Maroš Šefčovič, nacido en Bratislava (República Socialista Checoslovaca) en 1966, es hoy una pieza clave en la Comisión Europea como comisario de Comercio y Seguridad Económica. Desde hace más de una década, ha ocupado puestos estratégicos en Bruselas, consolidándose como uno de los rostros más visibles de Eslovaquia en la escena política internacional. Su protagonismo en los pasillos del poder comunitario europeo, sin embargo, contrasta con sus primeros pasos en la política, correspondientes a un capítulo que muchos hoy relegan al pie de página o ocultan deliberadamente: su paso por el Partido Comunista de Checoslovaquia.
Šefčovič interrumpió sus estudios en la Universidad de Economía de Bratislava para formarse en Moscú, en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de la Unión Soviética, entre 1985 y 1990, un centro de élite para la formación de futuros diplomáticos del bloque socialista. Fue allí, en plena era de Gorbachov y la Perestroika, donde inició su candidatura para ingresar al Partido Comunista. Así, en junio de 1987 —cuando el sistema comenzaba a agrietarse— se comprometió oficialmente a “profundizar su conocimiento del marxismo-leninismo” y, tras dos años de proceso interno, fue admitido como miembro del partido en junio de 1989, solo unos meses antes de la caída de la URSS.
Con el desmantelamiento de la URSS y su esfera de influencia, Šefčovič no tardó en reconvertirse en funcionario de carrera. Pronto escaló posiciones en la nueva diplomacia eslovaca —fue embajador y representante permanente ante la UE— hasta aterrizar en la Comisión Europea en 2009. Desde entonces, su perfil ha sido versátil: vicepresidente en diferentes carteras, desde energía a relaciones interinstitucionales, y ahora responsable del comercio, en un momento de alta tensión geopolítica y amenazas proteccionistas.
En el plano nacional, Šefčovič ha orbitado en torno al partido Smer-SD, formación nacionalista de izquierdas con la que se presentó sin éxito a la presidencia de Eslovaquia en 2019. Aún así, su capacidad de permanecer en posiciones de poder —más allá de etiquetas ideológicas o giros históricos— lo avala como un político hecho a las circunstancias y, quizás, por su notable sentido de la oportunidad.
Hoy, Šefčovič representa a la Europa que negocia acuerdos globales con Donald Trump y defiende sus intereses estratégicos. Pero su trayectoria recuerda que algunos caminos hacia los despachos de Bruselas pueden empezar en lugares —y épocas— insospechadas.
Un pasado incómodo
Si la trayectoria de Šefčovič ha sido relativamente desconocida es en parte porque el mismo comisario se ha encargado de esconderlo: en su currículum oficial europeo no figura ni su antigua afiliación “comunista” ni su formación en el Instituto de Moscú. Esto denota que su pasado puede ser incómodo para un político comunitario de su calibre. La investigación periodística eslovaca, citada por el diario alemán Nius, descubrió documentos donde Šefčovič pedía ingresar al Partido Comunista Checoslovaco en 1989, confiando aún en “una reformabilidad del sistema socialista”, y destacando que fue “líder juvenil socialista” durante su etapa estudiantil en Moscú.