La República Islámica de Irán y la República Popular China firmaron la semana pasada en Pekín un acuerdo clave para electrificar 1.000 kilómetros de la línea ferroviaria Razi–Sarakhs, eje estratégico que conecta Turquía y Turkmenistán a través del territorio iraní. Este proyecto representa un paso importante en la cooperación bilateral para desarrollar la infraestructura logística de Eurasia y aumentar la capacidad y velocidad del transporte de mercancías por ferrocarril dentro del país persa, reforzando su papel crucial en la conectividad Este-Oeste y con Asia Central.
Además de la electrificación, el proyecto contempla la expansión de tramos de doble vía, dado que actualmente sólo el corredor Teherán–Mashhad dispone de esta infraestructura, lo que permitirá multiplicar hasta por tres la capacidad anual de carga, estimada en 15 millones de toneladas una vez finalizada la renovación. Según la agencia WANA News, esta infraestructura favorece especialmente el incremento del tráfico de contenedores, que en la primera mitad de 2025 creció un 260% entre Irán y China, mostrando la vitalidad del corredor ferroviario en el marco del ambicioso plan Belt and Road Initiative (BRI) de Pekín, popularmente conocida como la Ruta de la Seda.
No obstante, persisten riesgos derivados de tensiones geopolíticas en la región, como el reciente aplazamiento de un proyecto multimodal China-Armenia que atravesaría suelo iraní, cancelado por ataques israelíes. A pesar de ello, ambos países reiteran su intención para avanzar en este corredor, que no solo mejora la eficiencia logística sino que abre a Irán acceso a un mercado de 30 millones de toneladas anuales con socios globales como la Unión Europea y China, consolidando la importancia estratégica y comercial central del país en Eurasia.