El Movimiento Ansarrolá de Yemen, popularmente conocidos como hutíes, entierran este lunes al primer ministro de su Gobierno, Ahmed al Rahawi, y a otros once integrantes del Ejecutivo tras un ataque aéreo israelí ocurrido el jueves pasado en Saná, la capital del país. El bombardeo afectó a una reunión del gabinete del denominado “Gobierno del Cambio y la Construcción”, formado en agosto de 2024 y compuesto por 22 miembros en total, incluyendo dos viceprimeros ministros.
Entre las víctimas mortales se encuentran el ministro de Exteriores, Jamal Amer, y otros titulares de carteras clave como Información, Economía e Industria, Electricidad, Asuntos Sociales y Trabajo, Cultura y Turismo, Deportes, Justicia y Pesca, además del jefe de gabinete y del secretario del Gobierno, de acuerdo con la lista oficial publicada por los hutíes. La administración controla amplias zonas del norte, centro y oeste de Yemen desde que los insurgentes tomaron el poder en 2014.
El ataque israelí ha sido descrito por sus propios perpetradores como una “operación compleja” basada en "inteligencia y superioridad aérea", centrada en un complejo donde se reunían altos dirigentes hutíes. La entidad sionista informó que su objetivo principal era el jefe de gabinete, el ministro de Defensa y otros altos cargos. Un portavoz hutí confirmó la pérdida de varios ministros y empleados públicos en lo que calificó de “acción criminal”, y prometió una “escalada constante” de represalias.
Los hutíes prometen venganza
En respuesta, el jefe del Consejo Político Supremo de la República de Yemen, Mahdi al Mashat, advirtió que “la venganza no duerme” y anunció “días oscuros” para la entidad colonial. Su máximo líder Abdelmalek al Huti aseguró en un discurso televisado que la acción fortalece la determinación de su movimiento y forma parte de su guerra, comprometiéndose a mantener y ampliar sus ataques militares contra intereses israelíes, incluyendo el uso de misiles, drones y ataques navales.
Poco después del ataque, los hutíes anunciaron haber lanzado un misil balístico contra un petrolero israelí en el norte del Mar Rojo, en una acción que consideran una represalia directa. Los yemeníes reafirman su intención de intensificar las operaciones militares contra objetivos israelíes hasta que finalice la ofensiva genocida sobre Gaza y se levante el bloqueo que padece la población palestina.