El 14 de septiembre, el gobierno polaco reconoció que la alarma provocada por la supuesta detección de drones rusos en su espacio aéreo la noche anterior fue producto de un "falso eco en los radares", descartando una violación real del espacio aéreo.

La respuesta de Varsovia, sin embargo, incluyó la movilización de cazas y la suspensión temporal del tráfico aéreo en varios aeropuertos, con el sistema de defensa en máxima alerta ante la situación en la frontera con Ucrania. El primer ministro Donald Tusk subrayó en su cuenta oficial en X que, a pesar de que se trataba de una falsa alarma, "la tensión regional se mantiene en niveles extremadamente altos" debido al contexto geopolítico actual.

Este incidente se suma a una serie de incursiones recientes de drones rusos que sí habrían entrado en el espacio aéreo polaco y rumano, en algunos casos neutralizados con intervención directa de cazas aliados de la OTAN, incluyendo F-35 y F-16 de varios países.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió de urgencia para tratar estos eventos, considerando la entrada de al menos 19 drones el 9 y 10 de septiembre como “la primera vez que múltiples drones penetran tan profundamente en el territorio de un país vecino”, asignando un nivel de amenaza sin precedentes a la región.

El Ministerio de Defensa de Rumanía también confirmó la detección y seguida pérdida de radar de un supuesto dron ruso cerca de su frontera con Ucrania, desencadenando acciones preventivas con despliegue aéreo. Las autoridades polacas y aliadas justificaron la movilización de sus fuerzas como medidas para “contrarrestar las posibles consecuencias de una violación del espacio aéreo por un objeto volador no identificado”, enfatizando "la prioridad de salvaguardar la seguridad" en este escenario de creciente inestabilidad.

Por su parte, fuentes oficiales de Bielorrusia han atribuido algunos de estos incidentes al desvío accidental de drones rusos afectados por contramedidas ucranianas, generando debates sobre la intencionalidad de estos vuelos y las respuestas militares. La creciente frecuencia de estos eventos y la respuesta coordinada de la OTAN evidencian el riesgo de una guerra total en Europa del Este.