Al menos cinco personas habrían sido asesinadas y decenas han resultado heridas en Antananarivo, la capital de Madagascar, tras el estallido de protestas masivas desencadenadas por los persistentes cortes de electricidad y agua potable que afectan al país, según fuentes hospitalarias y medios locales. Las movilizaciones, lideradas principalmente por jóvenes y estudiantes bajo el nombre de Gen Z Movement, se han extendido a otras ciudades pese a la prohibición oficial y la fuerte presencia policial, que ha respondido con gases lacrimógenos, balas de goma y, según los reportes de las agencias internacionales, munición real.

La presión social ha obligado a la destitución del ministro de Energía, Olivier Jean Baptiste, mientras el presidente Andry Rajoelina intenta contener el descontento alegando que la situación “está bajo control” y prometiendo restablecer servicios básicos.

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Sin embargo, las denuncias de brutalidad policial, vídeos de palizas, saqueos y enfrentamientos —con manifestantes afirmando que los saqueos fueron instigados por grupos afines al gobierno para desacreditar el movimiento— han convertido el conflicto en una prueba decisiva para el régimen. La policía ha mantenido el toque de queda en la capital y principales ciudades ante el temor a nuevos disturbios nocturnos.

El movimiento, inspirado en las protestas recientes en Indonesia y Nepal, ha adoptado símbolos internacionales como el uso de banderas Jolly Roger del anime One Piece y sus redes sociales convocan a mantener la movilización, mientras la indignación crece por la represión, la falta de servicios y la desigualdad estructural: “Somos pobres, estamos enfadados y no nos vamos a detener”, rezaban algunas pancartas en las últimas concentraciones estudiantiles.