China instala más robots industriales que todo el resto del mundo junto
Con más de 2 millones de robots y 295.000 nuevos en 2024, Pekín quintuplica a EE.UU. y Japón, consolidando su liderazgo global en automatización y fabricación local.

Las existencias de robots industriales en la República Popular China alcanzaron un récord de 2.027.000 unidades en 2024, representando más de la mitad de la demanda mundial total, según el informe World Robotics 2025 de la Federación Internacional de Robótica (IFR). En ese año, la industria china instaló 295.000 nuevos robots, un nivel histórico que multiplica por cinco las instalaciones de Estados Unidos (34.000 robots) y Japón (44.500 robots), principales potencias industriales fuera de Asia. A nivel global, en 2024 se instalaron 542.000 robots industriales, con un crecimiento del 9% respecto a 2023, y se prevé que superen las 700.000 unidades en 2028 con una tasa anual cercana al 10%.
Este avance se ha sustentado en políticas estatales como el plan Made in China 2025, que promueve la modernización tecnológica y la autonomía productiva mediante créditos blandos y apoyo a la fabricación local. En 2024, el 57% de los robots instalados en China fueron fabricados en el país, frente al 47% de 2023, lo que consolida su posición como el segundo mayor fabricante mundial tras Japón. Sectores como el eléctrico, automotriz, alimentos, textiles y madera concentraron la demanda más significativa de robots industriales. Expertos atribuyen este crecimiento a años de inversión estratégica sostenida por parte de Pekín.
El dominio industrial chino representa un crítico cambio en la economía global, al ser no solo el mayor consumidor sino también un líder creciente en producción tecnológica robótica, factor que disminuye su dependencia tecnológica y realza su competitividad en niveles globales. Sin embargo, el avance trae debates significativos sobre los límites técnicos actuales, el impacto en el empleo y la desigualdad laboral, según informes de la Organización Internacional del Trabajo.
Por un lado, expertos institucionales reconocen el avance como “transformador para la manufactura global”, pero algunos académicos alertan sobre los riesgos que automatización acarrea para la brecha social y la dependencia en tecnologías extranjeras para componentes clave, como semiconductores y sensores avanzados, aún liderados por Japón, Alemania y Corea del Sur.
Estas discusiones muestran las contradicciones entre los efectos económicos más inmediatos del desarrollo de las fuerzas productivas y su impacto social, unas contradicciones que China, como pieza estratégica del mundo industrializado en esta nueva era de automatización y transición productiva, enfrentará de forma acelerada en los próximos años.