Protestas juveniles en Marruecos se tornan más combativas y dejan decenas de detenidos
Cuatro días consecutivos de manifestaciones en varias ciudades exigen mejoras en educación y salud, enfrentándose a la brutalidad policial.

Las protestas lideradas por jóvenes en Marruecos, convocadas principalmente por los colectivos anónimos y tendencias en redes como GenZ 212 y Morocco Youth Voice, han escalado a enfrentamientos con las fuerzas represivas en ciudades como Rabat, Casablanca, Agadir, y Tiznit. Los manifestantes exigen reformas en el sistema educativo y sanitario y denuncian la priorización de gastos en preparativos para eventos deportivos internacionales como la Copa del Mundo de 2030, mientras sectores básicos sufren deterioro severo.
Durante las protestas, cientos de manifestantes lanzaron piedras contra las fuerzas policiales, incendiaron vehículos policiales y bancarios, y realizaron intentos de irrupción en algunos establecimientos comerciales. Las autoridades han respondido con detenciones masivas, con más de 200 jóvenes arrestados en Rabat y otras ciudades, y han desplegado cañones de agua y control policial para dispersar las marchas. Organizaciones como la Asociación Marroquí para los Derechos Humanos han denunciado detenciones arbitrarias y la limitación a la libertad de expresión. En la localidad Oujda, en el noreste del país, se han reportado atropellos de manifestantes por parte de las fuerzas policiales a través de las redes sociales.
El descontento social echa racíces en la alta tasa de desempleo juvenil —que alcanza cerca del 35%— y el fallecimiento negligente de ocho mujeres durante partos en un hospital público en Agadir, que avivó la indignación popular. Además, la desigualdad económica y la corrupción institucional han generado un amplio rechazo, expresado a través de eslóganes como “Queremos hospitales, no estadios”, mientras las protestas continúan organizándose en redes sociales como TikTok e Instagram.
El gobierno marroquí ha declarado su disposición a dialogar “dentro de las instituciones y espacios públicos para encontrar soluciones realistas”, pero la respuesta en las calles es la violencia policial. Las manifestaciones reflejan una crisis social en auge que desafía la gobernabilidad de un país que trata de abrirse a inversiones extranjeras con niveles de vida miserables para su clase trabajadora.
La juventud, cada vez más movilizada y menos atada a figuras de autoridad, reclama una mejora tangible en sus condiciones de vida y oportunidades futuras para las que el régimen alauí no tiene respuesta clara, más allá de la brutalidad policial.