Este martes se cumplen dos años desde el 7 de octubre de 2023. Aquel día, la resistencia palestina emprendió una histórica operación denominada Operación Inundación de Al Aqsa. Las milicias palestinas, lideradas por las Brigadas Ezzeldin Al Qassam de Hamas, lanzó una operación militar sin precedentes que quebró el muro de separación con los territorios ocupados en 1948, en un golpe de mano que resultó en la muerte de 1.195 personas, entre combatientes palestinos, fuerzas de ocupación y colonos desarmados, además de la captura de 251 prisioneros de guerra israelíes e internacionales para llegar a un acuerdo de intercambio masivo de prisioneros palestinos e israelíes.

Esta imprevista operación se inició con el lanzamiento masivo de cohetes desde Gaza y la infiltración de militantes palestinos en territorios ocupados, que sorprendieron bases militares y asentamientos Kibutz, con el objetivo de capturar colonos y atacar objetivos militares. El episodio que más controversia generó sucedió en el festival de música Supernova, donde miles de personas festejaban al lado de la cercada Franja de Gaza. Allí, se registraron los sucesos más mortíferos en la historia del Estado de Israel, que en aquel entonces sirvieron como herramienta propagandística sionista de victimización. Sin embargo, un reportaje de The Craddle recopiló y ordenó pruebas que, a falta de transparencia por parte las autoridades israelíes, sirvió para esclarecer algo más los sucesos de aquel 7 de octubre de 2023, desmintiendo las narrativas que se han difundido en Occidente.

Primeras respuestas

El ejército de ocupación tardó horas en reaccionar, pero las unidades de la Policía Fronteriza se desplegaron rápidamente. A las 6:42 de la mañana, justo 12 minutos después de que se iniciara la Operación Inundación de Al-Aqsa, el comandante del Distrito Sur de la Policía israelí, Amir Cohen, emitió la orden con el nombre en clave de Jinete Filisteo, enviando más agentes y Policía Fronteriza a los lugares de combate.

Un alto oficial israelí entrevistado por el New York Times aseguró que los primeros refuerzos formales que llegaron al sur de los territorios palestinos ocupados desde 1948 provinieron de comandos que llegaron en helicóptero. Sagi Abitbol, un policía que trabajaba como guardia de seguridad en el festival, fue uno de los primeros en enfrentarse a las Brigadas Al Qassam cerca del festival, y fue testigo directo de la llegada temprana de los helicópteros israelíes. En estos enfrentamientos, la resistencia abatió a 59 policías israelíes, 17 de ellos solo en el festival Supernova.

Bloqueo de salidas y "fuego amigo"

Cuando los colonos salieron del festival en coche hacia la Ruta 232, la policía israelí había bloqueado ambos sentidos de la carretera, lo que provocó que muchos asistentes a la fiesta quedaran atrapados en la zona, donde se produjo el fuego cruzado entre la resistencia palestina y la Policía Fronteriza israelí.

"Hubo mucha confusión. La policía nos bloqueó la carretera, por lo que no pudimos acercarnos a Be’eri. No podíamos acercarnos a Reim", confesaba Yarin Levin, un colono con formación militar que intentaba evacuar la zona con sus amigos.

Shye Weinstein fue otro testigo que también pudo confirmar que los controles de carretera de la policía israelí bloquearon la salida principal del festival, e incluso pudo tomar fotos de la Policía Fronteriza y un policía con armamento de combate que impedía el tránsito de la carretera.

Los participantes del festival, atrapados en la carretera, huyeron hacia campo abierto al Este, en coches o a pie. Algunos de ellos lograron pasar y esconderse entre los árboles, en arbustos y en los barrancos. Sin embargo, los vídeos captados por las bodycam mostraron que la policía israelí disparó en la misma dirección, donde los colonos desarmados se habían refugiado.

Como recogió la prensa alemana en su momento, varios testigos relataron que al principio pensaron que miembros de Hamas disfrados de policías o soldados israelíes les estarían disparando, pero lo que estaban viendo era que, efectivamente, las fuerzas israelíes les estaban disparando.

Disparos desde helicópteros Apache

Tanto la Policía Fronteriza como los helicópteros de ataque Apache fueron desplegados rápidamente en el festival, llegando las primeras unidades a las 7:15 a.m., apenas 45 minutos después del inicio de la operación Inundación de Al-Aqsa. En pocas horas, se sumaron más unidades a lo largo del sur de la Palestina ocupada.

Noa Kalash, una colono sobreviviente, relató haber escuchado disparos tanto de Hamas como de las fuerzas israelíes, además de ataques aéreos mientras se ocultaba durante horas para sobrevivir. Expresó la confusión y el caos del momento: "Escuchábamos disparos por todas partes y no sabíamos si venían de terroristas, del ejército, de aviones, de helicópteros o cohetes".

De acuerdo con una fuente citada por Haaretz, se pudo confirmar que asistentes al festival murieron por fuego de los helicópteros Apache, que dispararon contra los combatientes de Hamas, pero también alcanzaron a colonos.

Testigos que visitaron el sitio describieron una escena devastadora: cientos de coches calcinados y perforados por balas, manchas de sangre, restos humanos y metralla esparcida. Un periodista del Times of Israel describió que varios vehículos contenían cuerpos carbonizados de jóvenes que fueron baleados y quemados vivos, un nivel de destrucción difícilmente alcanzable solo con fusiles de asalto kalashnikov que portan los combatientes de Hamas.

Justamente, las autoridades israelíes sostienen que Hamas fue responsable de quemar cientos de automóviles en el festival Nova, pero esta versión es cuestionada, ya que los combatientes del grupo solo portaban armas ligeras y munición limitada.

El periodista Owen Jones (The Guardian), tras analizar un video de 43 minutos presentado por el ejército israelí, señaló que los militantes de Hamas pedían ahorrar balas para enfrentarse a soldados, e incluso verificaban si las personas que tenían en frente eran militares en servicio activo antes de disparar. Esto sugiere que distinguían entre "civiles" y combatientes.

En contraste, las fuerzas israelíes contaban con abundante armamento pesado, incluidos helicópteros Apache equipados con misiles Hellfire y cañones automáticos de alta potencia. Por ello, se plantea que gran parte de la destrucción y las muertes en Supernova y alrededores podrían haber sido causadas por el fuego israelí, algo que solo podría confirmarse si se divulgaran todas las grabaciones del 7 de octubre, cosa que el Gobierno israelí está ocultando de forma sistemática.

La Directiva Aníbal

Pero la cuestión no se quedó en un "uso excesivo de la fuerza", ya que el ejército israelí habría aplicado la Directiva Aníbal durante el ataque al festival Supernova, una orden militar que autoriza impedir "a toda costa" la captura de israelíes, incluso si eso implica matarlos.

Originalmente pensada para soldados en activo, esta directiva se habría extendido el 7 de octubre también a "civiles" desarmados, según una investigación del diario israelí Yedioth Ahronoth. Las tropas recibieron la instrucción de detener cualquier intento de Hamas de regresar a Gaza, aun sabiendo que los vehículos podían transportar prisioneros israelíes.

Reportes indican que muchos coches fueron destruidos por fuego israelí —de helicópteros, tanques o misiles— y que sus ocupantes, incluidos cautivos, murieron en el acto. Testimonios como el del coronel Nof Erez apuntan a que los helicópteros abrieron fuego siguiendo esta directiva. Incluso la BBC documentó un posible caso que apunta en la misma dirección: una mujer tomada como prisionera que fue abatida por disparos mientras intentaba pedir ayuda.

El general Barak Hiram justificó la medida, afirmando que prefirieron atacar una casa con prisioneros en el kibutz Be’eri antes que arriesgarse a negociaciones con Hamas. La acción mató a 12 colonos israelíes y a varios combatientes palestinos.

"Violaciones de mujeres" y "asesinatos de niños", acusaciones infundadas

Las autoridades israelíes y voceros sionistas en Occidente han acusado constantemente a Hamas de cometer "asesinatos de niños" y "violaciones de mujeres" en el 7 de octubre de 2023, denunciando estos presuntos crímenes como pretexto para su genocidio en Gaza. No obstante, hasta la fecha, estas afirmaciones no han sido corroboradas con pruebas independientes ni han pasado por procesos judiciales que puedan validar dichas acusaciones. Organismos internacionales como Naciones Unidas y grupos de derechos humanos han señalado la necesidad de investigaciones imparciales y exhaustivas para esclarecer la veracidad de todos los hechos, pero Tel Aviv se niega a aportar evidencias.

La falta de acceso libre a los territorios afectados y la falta de transparencia en las investigaciones oficiales israelíes conlleva que muchas acusaciones contra Hamas queden en el ámbito de la propaganda o la guerra mediática. Se han podido recopilar escasas pruebas gráficas sobre la incursión de Hamas en los Kibutz, la mayoría de ellas pertenecen a bodycams de los palestinos, que filmaron los episodios con la previsión de que serían difamados. En estos vídeos no se observa trato cruel o maltrato alguno a niños israelíes, al contrario.

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Sobre las muertes sucedidas en los Kibutz, a la luz de la Directiva Aníbal y la militarización de los colonos israelíes que viven en estos asentamientos, algunos incluso con milicias locales kitot konenut, la reconstrucción exacta de los sucesos se torna difícil, y la versión israelí, cuestionable. No existen evidencias sólidas que respalden que las Brigadas Al Qassam mataran de forma deliberada a niños y colonos desarmados.

Mientras tanto, desmentidos y evidencias disponibles hasta el momento sitúan el 7 de octubre como un episodio clave para revisar las narrativas sobre el conflicto colonial en Palestina, poniendo en cuestión la versión oficial occidental que busca desacreditar la legitimidad de la resistencia palestina. Asimismo, desenmascara las dimensiones de la violencia estatal israelí, que no duda en masacrar a su propia población con tal de que la resistencia no haga prisioneros.

La falta de transparencia y el control narrativo sobre los hechos, amparado en "razones de seguridad nacional" israelí, incrementan la necesidad de observación crítica respaldada en hechos y testimonios para comprender el impacto real de aquel día.