El presidente francés Emmanuel Macron ha decidido volver a nombrar a Sébastien Lecornu como primer ministro tras su inesperada renuncia el pasado lunes, a 27 días de su toma de posesión. Así, Lecornu asume nuevamente el cargo “por deber” y con el mandato de presentar un complicado presupuesto antes de fin de año. Para ello deberá superar el bloqueo político que enfrenta el Gobierno en la Asamblea Nacional, de la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen y La Francia Insumisa (LFI) de Melenchon.

El relevo no ha calmado las tensiones, puesto que Lecornu forma parte de la línea oficialista de Macron y críticos de múltiples sectores políticos, desde LFI hasta RN coinciden en que no apoyarán su Gobierno y anticipan una nueva moción de censura. El líder PS, Olivier Faure, por su parte, advierte que su partido podría iniciar acciones parlamentarias si Macron no cambia su rumbo político, en tanto Marine Tondelier, líder de Los Verdes, calificó el nombramiento como “una humillación para el pueblo francés” y auguró un futuro de confrontación.

Macron, sin demasiadas opciones disponibles, descarta adelantar elecciones legislativas antes de 2027 y espera que Lecornu pueda "abrir un camino hacia el consenso", aunque el bloqueo parlamentario se mantiene en un contexto de alta fragmentación política imprevista en la configuración del sistema político y pérdida de respaldo popular para el Elíseo, cuya aprobación se encuentra en mínimos históricos. Incluso ex primeros ministros y figuras cercanas a Macron han criticado abiertamente la gestión presidencial por priorizar su poder personal.

Lecornu debe ahora negociar con partidos que no le concederán la legislatura, especialmente teniendo en cuenta la impopular agenda de austeridad que planea aprobar en el presupuesto de 2026. De foma análoga a EE.UU., si el presupuesto no avanza, el Estado francés podría sufrir un cierre administrativo, con una atmósfera política que recuerda a la inestabilidad que ha caracterizado al hexágono en este último año. En mitad de la tormenta, la extrema derecha de Marine Le Pen se frota las manos a la espera de las próximas presidenciales de 2027, aunque la líder de la formación podría no acudir como candidata por una inhabilitación por malversación de fondos.