Amazon inicia esta semana el mayor despido de su historia: echará a 30.000 trabajadores corporativos, nada más y nada menos que el 10% de sus trabajadores de oficina, en lo que representa un nuevo hito en la ofensiva de la multinacional para proteger sus beneficios y estructura accionarial a costa de la clase obrera. Los despidos se comunicarán de forma masiva a través de correo electrónico, y, paradójicamente, afectarán sobre todo a recursos humanos, aunque también se harán notar en las áreas de dispositivos, servicios y operaciones, como avanzaba la agencia Reuters citando fuentes internas de la compañía.

La multinacional con sede en Seattle había justificado la medida por “la necesidad de corregir la sobrecontratación” que se produjo durante la pandemia, aseguraba su CEO Andy Jassy. En ese periodo, Amazon dobló su red de almacenes y oficinas, impulsada por el auge del consumo online y los márgenes récord obtenidos en 2020 y 2021. No obstante, tras una relativa bajada en el primer semestre de 2024 y nuevos avances en automatización e inteligencia artificial, los directivos apuestan ahora por “racionalizar” la plantilla y suprimir “exceso de burocracia”.

El despido masivo supera incluso la oleada de despidos de finales de 2022, cuando la firma norteamericana eliminó otros 27.000 puestos. Amazon, que explota la fuerza de trabajo de 1,55 millones de trabajadores en todo el mundo, sigue la estela de los gigantes tecnológicos estadounidenses, responsables de 98.000 despidos en el sector solo en 2025, según el portal especializado Layoffs.fyi. Mientras tanto, Jeff Bezos y sus accionistas siguen acumulando beneficios a través de Amazon Web Services (AWS), "motor de crecimiento" de la empresa, continúan creciendo, aunque a menor ritmo que sus competidores Google y Microsoft. Recientemente, el fallo masivo en numerosos servicios web y aplicaciones de todo el mundo tras la caída en su nube dejó al descubierto su poder oligopólico.

Ahora, con miles de formularios de despido sobre su mesa, la empresa encara las críticas de sindicatos y organismos del ámbito laboral, que denuncian el desprecio más absoluto de Amazon por sus trabajadores, mientras mantiene dividendos y bonus para sus altos ejecutivos y accionistas. El propio Andy Jassy ha defendido esta reducción del llamado "mando intermedio", evidenciando que nadie es imprescindible. También ha justificado medidas como la introducción de buzones de delaciones internas como herramientas de “eficiencia”, aunque muchos empleados lo ven como el último paso del recetario de medidas draconianas practicadas por la corporación.