El último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Report on UNCTAD assistance to the Palestinian people: Developments in the economy of the Occupied Palestinian Territory, ofrece cifras económicas demoledoras sobre el genocidio en curso contra el pueblo palestino. La ofensiva israelí, que ha provocado la destrucción de hospitales, escuelas, universidades, fábricas, empresas, edificios residenciales y bancos, además de infraestructuras esenciales de energía, agua, telecomunicaciones y agricultura, ha supuesto “el peor colapso económico jamás registrado” por un organismo de la ONU. Francesa Albanese, relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, afirmaba con rotundidad en sus redes sociales que esta destrucción ha borrado nada más y nada menos que “69 años de desarrollo humano”.

El reporte del organismo sitúa el Índice de Desarrollo Humano palestino en 0,643 en 2024, frente al 0,716 registrado en 2022. El impacto macroeconómico descrito por UNCTAD es de una magnitud sin precedentes en la historia reciente. En 2024, el Producto Interior Bruto del territorio cayó al 70% del nivel de 2022, con una contracción del 27% respecto a 2023. El PIB per cápita descendió un 33% respecto a 2022 y un 28% respecto a 2023, retrocediendo hasta los niveles de 2003 en apenas quince meses. La ONU apunta a un fuerte encarecimiento del coste de vida: el índice de precios al consumo aumentó un 54% en 2024, agravando la crisis de escasez y accesibilidad.

El mercado laboral en Gaza está quebrado. UNCTAD señala que, para octubre de 2024, la mitad de la población palestina que buscaba empleo estaba en paro, frente al 24% registrado en 2022. El informe destaca que este desempleo masivo se explica por el cierre forzado de negocios, la destrucción de ramas productivas enteros y la imposibilidad material de mantener actividad económica en medio de la ofensiva sionista. La organización recalca que la destrucción de puestos de trabajo se concentra especialmente en ciudad de Gaza, donde la destrucción de infraestructura básica ha sido más extensa.

La ONU advierte de que este deterioro no puede interpretarse como un fenómeno coyuntural. Según UNCTAD, el retroceso de dos décadas de producción económica y de casi siete décadas de desarrollo humano es consecuencia directa de la ofensiva y del colapso sistémico derivado de la destrucción de servicios esenciales provocado por el Estado de Isral. El organismo insiste en que el territorio se enfrenta a una crisis estructural cuyo alcance “ha borrado décadas de progreso” y exige “intervenciones urgentes” para garantizar la supervivencia económica y social de la población palestina, pero no pone medios para ello.