Urge paliar el desastre, pero es necesario construir las condiciones para que esto no sea sino un recuerdo terrible de un mundo irracional y decadente que la humanidad dejó atrás. Hoy tenemos la responsabilidad de construir una alternativa real al juego de máscaras de la política parlamentaria. Para que algo así no pueda volver a pasar. Convirtamos la rabia en organización revolucionaria de la clase trabajadora.