Grecia ha amanecido paralizada este miércoles debido a una huelga general de 24 horas convocada por sindicatos de los sectores público y privado. Miles de personas han salido a las calles de Atenas y otras 70 localidades para protestar contra los bajos salarios, la creciente desigualdad y el deterioro de los servicios públicos, así como por la participación del Estado griego en la guerra de Ucrania y su colaboración con el Estado de Israel en el genocidio en Palestina. Señalan al gobierno del primer ministro Kyriakos Mitsotakis como responsable directo de esta situación económica y política.
La huelga afecta a oficinas gubernamentales, escuelas, hospitales, el transporte público y una larga lista de empresas, “toda de una población golpeada por la inflación galopante y una disparidad de riqueza que sigue creciendo”, en palabras de los sindicatos griegos.
Los líderes sindicales acusan al gobierno de “adoptar medidas insuficientes para aliviar la crisis del coste de vida”. Destacan que la mayoría de los trabajadores griegos deben subsistir con un salario mínimo inferior a los 900 euros, mientras enfrentan algunos de los precios más altos de Europa en bienes esenciales. Aunque Mitsotakis ha prometido “elevar el salario mínimo a 950 euros”, muchos consideran que la medida es insuficiente en un país donde los jóvenes enfrentan precios de vivienda cada vez más prohibitivos.
A pesar de los elogios internacionales por el crecimiento económico reciente y la aclamada “recuperación fiscal de Grecia” tras la crisis de deuda de la última década, los manifestantes argumentan que el llamado “milagro económico” no ha mejorado las condiciones de vida de la clase trabajadora. Según analistas, el crecimiento del PIB y la reducción del desempleo han beneficiado desproporcionadamente a los estratos sociales superiores, dejando a gran parte de los griegos lidiando con la precariedad y la explotación laboral. Varios analistas y sindicalistas coinciden en que “es una historia de éxito que no se traduce en beneficios reales para la clase trabajadora”; un sentir que miles comparten en las calles.