Rusia habría empleado este jueves misiles balísticos intercontinentales (ICBM) para atacar la ciudad ucraniana de Dnipropetrovsk, marcando un nuevo nivel de escalada en el conflicto, según han informado las Fuerzas Armadas de Ucrania. Estos proyectiles, capaces de alcanzar miles de kilómetros y transportar cargas convencionales o nucleares, habrían sido lanzados desde la región rusa de Astrakán y alcanzado infraestructuras industriales, causando incendios y daños significativos. Aunque el impacto exacto sigue siendo evaluado, las autoridades locales, como el gobernador regional Serhii Lisak, confirmaron impactos en fábricas y un centro de rehabilitación. Moscú no ha confirmado el uso de estas armas, mientras que Ucrania también derribó seis misiles de crucero Kh-101 en la misma ofensiva.
El uso de misiles de largo alcance por parte de Rusia parece ser una respuesta estratégica a los recientes ataques ucranianos en suelo ruso con armas occidentales como los Storm Shadow y ATACMS, provistos por Reino Unido y Estados Unidos, respectivamente. Según Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, estos ataques representan una “nueva escalada irresponsable” por parte de Occidente, que Moscú atribuye a la administración saliente de Joe Biden. Esta decisión, que muchos analistas consideran temeraria, buscaría “fortalecer la posición de Ucrania” antes de que el presidente electo Donald Trump, en teoría menos favorable al apoyo militar a Kiev, asuma el cargo. Estas acciones, sumadas al continuo uso de armamento avanzado, conllevan una creciente intensificación del conflicto.
Paralelamente, Rusia afirmó ayer mismo haber derribado dos misiles Storm Shadow durante el ataque y aseguró avances en el frente militar, como la captura de la aldea de Dalnje en la región de Donetsk. Mientras tanto, el Ministerio de Exteriores ruso reiteró su disposición a “estudiar propuestas de paz realistas” que respeten los intereses de Moscú y las condiciones en el terreno. No obstante, el uso de misiles intercontinentales, altamente destructivos y de alto coste, refuerza el escenario de una escalada inminente y plantea interrogantes sobre las futuras estrategias de ambas partes en el conflicto.