Mikel Zabalza, natural de Orbaizeta (Nafarroa), ha sido homenajeado este pasado domingo en el 39 aniversario de su asesinato. El Gobierno de Navarra ha tardado casi cuatro décadas en reconocer a Zabalza como víctima de “un acto de motivación política”, pero este año se lo ha concedido. La asociación Mikel Zabalza Gogoan organiza todos los años un acto de recuerdo al joven de Orbaizeta.
Zabalza fue detenido por la Guardia Civil en 1985 en Altza (Donostia, Gipuzkoa), que por aquel entonces estaba a las órdenes del PSOE de Felipe González. En la misma operación policial también fueron detenidas otras personas, como sus dos hermanos, su primo, su pareja sentimental y un amigo de la localidad guipuzcoana de Errenteria. Aunque sus dos hermanos fueron puestos en libertad, los cuatro restantes fueron trasladados al cuartel de Intxaurrondo (Donostia, Gipuzkoa) acusados de pertenencia a ETA y sometidos a torturas.
Atado en el río Bidasoa
Zabalza tenía 33 años cuando fue detenido por los guardias civiles y asesinado durante el interrogatorio. La policía, sin embargo, lo dio por “desaparecido”, sin aclarar los hechos. Según la versión oficial, el joven intentó huir y saltó al río Bidasoa cuando fue trasladado a la zona de Lesaka, en Nafarroa. Supuestamente, lo movieron para identificar un supuesto zulo de ETA.
20 días después, el 15 de diciembre de 1985, el cuerpo del joven conductor apareció en el mismo Bidasoa: en teoría fue “descubierto” por la propia Guardia Civil. Seguía esposado.
Las investigaciones cuestionaron la versión oficial facilitada por la Policía. Explicaron que el cuerpo estaba “irreconocible”, pero varios testigos informaron de que Zabalza había sido sometido a un duro interrogatorio por parte de los guardias civiles y que había perdido la vida como consecuencia de las torturas practicadas.
Cuando la madre del joven acudió al cuartel de Intxaurrondo para preguntar dónde estaba su hijo, los guardias civiles le respondieron burlándose: le dijeron que se dirigiera “a la oficina de objetos perdidos”.
Testimonio de torturas
El vecino de Errenteria detenido junto a Zabalza, Ion Arretxe, relató las torturas sufridas en Intxaurrondo, en el libro Intxaurrondo: la sombra del nogal. Arretxe tenía 21 años cuando sucedieron los hechos: “Me llevaron directamente al monte, a un rincón del arroyo. Tenían bien elegido el sitio. Me metieron bolsas de plástico por la cabeza y los pies y después me envolvieron todo el cuerpo con cinta adhesiva, dejándome como una momia “, contó.
“Me metían la cabeza en el agua, me hacían preguntas, me metían de nuevo provocando asfixia… Más de una vez perdí el conocimiento y llegué a desear que me muriera, para que aquel infierno se acabara. Todo eran gritos en aquel bosque, los míos provocados por la desesperación. De vez en cuando un médico me registraba las uñas, para saber saber si podían seguir torturándome. Cuando volvimos a Intxaurrondo estaba empapado, vomitándome y orinándome encima. Me arrastraron a una habitación donde me incomunicaron “, continúa Arretxe.
La pareja de Zabalza, Idoia Aierbe, vio a Zabalza con una bolsa en la cabeza en el cuartel y su primo Manuel Vizcay escuchó los gritos del joven en Intxaurrondo.
Arturo Espejo, condecorado
En 2021 salió a la luz la grabación de una conversación telefónica en la que el capitán de la Guardia Civil, Pedro Gómez Nieto, daba a entender a Alberto Perote, de los servicios secretos, que Zabalza había sido asesinado por las fuerzas policiales. En concreto, le decía que a su juicio “se les fue la mano” a los guardias civiles que interrogaron y torturaron al joven.
En la detención de Zabalza participó, por ejemplo, Arturo Espejo, de la Guardia Civil. A pesar de su vinculación directa con el asesinato, fue ascendido a teniente general en 2022. El ascenso fue ratificado en el Congreso de los Diputados en 2023.