Rusia llevó a cabo este jueves una ofensiva masiva contra el sistema eléctrico de Ucrania, disparando 90 misiles y 97 drones kamikaze sobre una docena de regiones, dejando sin electricidad a más de un millón de personas. Las regiones de Lviv, Volyn y Rivne han sufrido importantes cortes de energía. Según el Ministerio de Energía ucraniano, el operador Ukrenergo activó apagones de emergencia para evitar un colapso total. Las Fuerzas Armadas ucranianas, por su parte, informaron de la intercepción de 79 misiles y 35 drones, aunque los daños en infraestructura civil fueron significativos en Kiev y Odesa.
En paralelo, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha advertido que “los centros de toma de decisiones en Kiev podrían ser objetivo de ataques con misiles Oréshnik”, un sistema balístico de alcance intermedio recientemente incorporado al arsenal ruso. Durante la cumbre de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) en Kazajistán, Putin afirmó que “el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor ruso están seleccionando objetivos estratégicos, que incluyen instalaciones militares y plantas de defensa”. También reitera que el régimen de Volodímir Zelenski es “completamente ilegítimo” y acusa al gobierno ucraniano de intentar atacar objetivos en Moscú y San Petersburgo.
El misil Oréshnik, presentado por Putin, alcanza una velocidad hipersónica de Mach 10 y puede generar un impacto devastador comparable al de un ataque nuclear cuando se emplea en grupo, aunque, según el mandatario, “no porta una carga nuclear ni genera contaminación radiactiva”. El presidente subrayó que “el Oréshnik es un arma de precisión diseñada para alcanzar objetivos fortificados y profundos”, destacando que su reciente prueba confirma su capacidad de destrucción sin ser clasificada como arma de destrucción masiva.