Las protestas en Georgia continúan escalando después de que el gobierno del primer ministro Irakli Kobajidze decidiera suspender las negociaciones para la adhesión del país a la Unión Europea. Por sexto día consecutivo, miles de manifestantes han tomado las calles de Tiflis, especialmente en la avenida Rustaveli y las inmediaciones del Parlamento. La policía ha utilizado gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los asistentes, mientras que algunos grupos han respondido lanzando fuegos artificiales y objetos contundentes.
Las tensiones aumentaron tras las redadas policiales en las sedes de varios partidos opositores, como Coalición por el Cambio y Movimiento Nacional Unido (UNM), que resultaron en la detención de Nika Gvaramia, líder de Coalición por el Cambio, y otros miembros de la oposición. El Ministerio del Interior ha acusado a los manifestantes de incitar a la violencia y aseguró que todos los detenidos están bajo custodia a la espera de revisión judicial. Entretanto, la presidenta Salomé Zurabishvili ha criticado la actuación policial, denunciando la falta de protección para los manifestantes.
La oposición insiste en que las instituciones del país han sido “secuestradas” desde las elecciones parlamentarias del 26 de octubre, en las que el partido Sueño Georgiano se impuso por un estrecho margen. Los de Kobajidze, mientras tanto, acusan a la oposición de desestabilizar el país inducidos por la Unión Europea y EEUU. A pesar de que el Parlamento ha convocado elecciones presidenciales para el 14 de diciembre, las protestas continúan, con la oposición exigiendo la repetición de los comicios parlamentarios.