Matar al mensajero

Sobre el coro de difamaciones contra Diario Socialista por parte de miembros directivos de Podemos que hemos presenciado hoy en redes, unos apuntes.

Primero, sobre el uso indiscriminado de la acusación de bulo por parte del entorno de Podemos. Un bulo es una información que hace referencia a hechos falsos o inexistentes y que se difunde o se pretende difundir masivamente. Ninguna de estas dos características tiene que ver con la noticia publicada ayer por nuestro periódico. Diario Socialista publicó una noticia sin pretensión de ser difundida especialmente, y que se refiere a un hecho veraz y ordinario: la aprobación en el congreso de los diputados de la así llamada Ley de eficiencia del servicio público de la justicia. En la noticia se detallaba de forma verídica la información sobre qué partidos han apoyado la ley, e incluía información sobre las razones que habían dado algunos partidos para su apoyo, incluido Podemos. No hay falsedad en la noticia ni existe incompletitud de la información relevante. De hecho, lo lamentable de la noticia no es la forma en la que está redactada, sino el hecho del que informa: el papel de la izquierda parlamentaria reforzando la legislación punitiva del estado por enésima vez. Quizá sea esto lo que ha empujado a algunos a montar el escándalo en redes, o quizá la inquietud tras ver a la CJS realizar una manifestación multitudinaria y plagada de jóvenes en Madrid el pasado día 14. No lo sabemos.

En todo caso, la polémica ley aprobada tiene el dudoso honor de acortar los plazos de desahucio para una tipología específica de okupaciones; es decir, incorpora una enmienda del PNV, ahora aprobada por todos los partidos de izquierdas al sacar adelante la ley, que facilita los desahucios, como el propio Pablo Iglesias recoge en su hilo de hoy en twitter. La enmienda contra la okupación, dicho sea de paso, fue aprobada gracias a los votos de EH Bildu, partido que tuvo la desfachatez de limpiarse las manos como Poncio Pilatos excusándose en haber votado por error. Ese es el nivel de la política profesional, tomar por idiota a la clase trabajadora a la que dicen representar. Gracias a todos estos defensores del pueblo, en pocos años no va a quedar en pie un centro social en todo el estado, ni un movimiento social o político sin infiltrar por la policía.

Por otra parte, es curiosa la acusación de bulo viniendo de políticos que precisamente edifican su discurso en torno a bulos, como lo es afirmar insistentemente que los desahucios están siendo paralizados por el estado y el gobierno gracias a la iniciativa parlamentaria de la izquierda, esta si una mentira objetivamente contrastable día sí y día también en los barrios de clase trabajadora de todo el estado, donde reina el terror policial y los desahucios suceden en masa.

Pero es que la izquierda parlamentaria, anclada en la política de la manipulación electoral por principio, le ha cogido el gusto a difundir el bulo estructural de que toda información que destape su política colaboracionista con el reforzamiento del estado es, por principio, un bulo. De tal manera que, con esta política comunicativa de acoso y derribo a toda crítica, de ocultamiento y de desprestigio a cualquiera que les señale, pretenden ocultar la bancarrota de su apuesta política, que no es otra que la de la eterna reforma del capitalismo desde el estado. La cultura política de la izquierda española no se diferencia en nada de la de Euskal Herria o cualquier otro país. Siguen las reglas de la política parlamentaria burguesa, según las cuales todo lo que se diga que afecte negativamente al partido es mentira por principio.

Nosotros tenemos una idea muy distinta de comunicación política, por la sencilla razón de que nuestro proyecto político no tiene nada que ver con el suyo. Los hechos deben ser informados con veracidad y es necesaria una autocrítica constante. Porque un partido de reforma puede ser edificado sobre mentiras, ya que no aspira a grandes cambios dentro de la clase, sino a manipularla para que confíe en un puñado de políticos profesionales. Pero un partido revolucionario que aspire a grandes cambios subjetivos en la clase y a una expansión de la conciencia política que posibilite un gran cambio social debe basarse en la verdad, y eso es lo que intentamos con iniciativas como Diario Socialista. Aceptamos críticas honestas si cometemos errores, que desde luego los cometemos como todo el mundo, pero no vamos a permitir difamaciones falsas a nuestro trabajo militante, y mucho menos de quienes se dedican profesionalmente a la manipulación de masas.

Para terminar, como movimiento no hemos expuesto una crítica completa a Podemos en público, ni es este el lugar para hacerlo, ni lo consideramos prioritario. Ahora bien, la ley aprobada viene a confirmar la línea política de ese partido y de todos los partidos que le han dado el visto bueno: una línea política que no ve problema en reforzar el poder represivo del estado siempre y cuando no vaya contra la izquierda parlamentaria como ellos, que da más herramientas legales a policías y jueces mientras que se las arrebata a las organizaciones políticas de base y a la clase trabajadora a nivel social. No creo que este sea el propósito directo de Podemos, lo que creo es que a las jefas de Podemos les importa más bien poco si a cambio pueden sacar unos titulares jugosos para darse protagonismo como salvadoras de la clase. Y es eso lo que han hecho: recorte de derechos sociales y políticos bajo el parapeto de que es el PNV quien lo ha propuesto, a cambio de prebendas económicas irrisorias y efímeras a la clase, a cargo de su propio partido, que sobre todo les sirven para la propaganda autorreferencial. El propio hilo de Pablo Iglesias es un claro ejemplo de esto, donde se dedica a glorificar a Ione Belarra por haber negociado con el PSOE dos medidas irrisorias, de alcance muy reducido, y que probablemente el propio PSOE ya iba a mantener para su propio beneficio electoral.

A Pablo Iglesias, Ione Belarra y demás, mejor les vendría hacer autocrítica, pues tienen una gran responsabilidad en la aniquilación de la capacidad de movilización y de acción de la izquierda española, han dejado a la siguiente generación todo el campo quemado, en parte por la desideologización que han provocado con su proyecto de reforma desde arriba, en parte por su propia dinámica parlamentaria que ha colaborado en leyes que restringen derechos sociales y políticos, desde su papel reviviendo políticamente y blanqueando al PSOE, hasta el lamentable apoyo del estado policial impuesto en la pandemia.

Su apuesta por escorar a toda la izquierda sociológica española hacia la reforma, y no hacia la ruptura y la revolución política, es un absoluto fracaso. Mejor harían en reconocerlo y respetar la posibilidad de que la opción revolucionaria y otra forma de hacer política prendan en la juventud trabajadora.

Para finalizar, aprovecho para darles las gracias por la propaganda gratuita a nuestro periódico, y les invito a ellos y a quien me esté leyendo a seguir la actualidad desde este nuevo medio político del proletariado.