La OTAN ha intensificado las presiones sobre los miembros que no alcanzan el objetivo del 2% de inversión en defensa, un compromiso acordado en 2014 tras la cumbre de Gales. El Estado español, con una inversión del 1,28% de su PIB, ocupa el último lugar en gasto militar dentro de la Alianza, según datos oficiales. El contexto internacional, marcado por la guerra en Ucrania y la vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, ha reavivado las exigencias para que los países europeos refuercen sus presupuestos de defensa.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha advertido recientemente que el 2% debe considerarse un mínimo, no un techo, y que será necesario “mucho más” para garantizar la disuasión futura. En respuesta, el Gobierno español mantiene que alcanzará ese umbral en 2029, citando dificultades presupuestarias y la necesidad de “equilibrar otras prioridades”. Sin embargo, el Estado español destaca su inversión en equipamiento militar y en I+D, donde supera el promedio de la Alianza, y su participación en misiones internacionales, como en los países bálticos, Turquía, Rumania e Irak.
La presión se incrementa ante la posibilidad de que Trump, crítico con los países que no cumplen los compromisos de gasto, exija un aumento al 3% o incluso al 5% del PIB. Mientras Polonia y los países bálticos superan con creces el 2%, grandes economías como el Estado francés y Alemania apenas lo rozan. El debate se centra ahora en si es viable un incremento gradual o si la OTAN debería centrarse primero en que todos los aliados alcancen el objetivo acordado hace una década.