El próximo 25 de enero se celebrarán manifestaciones llamadas por GKS en Bilbo e Iruñea, bajo el lema “En contra de la guerra y el fascismo”. Según GKS, ambos son graves problemas para la clase obrera. La guerra supone un aumento de los presupuestos militares y la militarización de los estados, que ya se está dando, y recortes en los servicios públicos y en el salario de la clase trabajadora, para poder financiarla. En cuanto al fascismo, GKS señala su auge, también en Euskal Herria, y como evidencia de ello identifica el aumento de fuerza de los partidos fascistas, el aumento de contenido fascista en las redes por parte de influencers y la existencia de grupos fascistas a pie de calle, entre los que destaca desokupa.
En la convocatoria de las manifestaciones se define al fascismo como ideología de odio contra la clase trabajadora y los colectivos que la componen, que actúa contra los sectores vulnerables y blanquea a los responsables. En los carteles de la convocatoria se pone cara a los fascistas, entre los que destacan un conocido influencer antiproletario, el jefe de desokupa y el líder del Frente Obrero. Este último, metido hasta la médula en el papel de influencer -él mismo celebra que con el vídeo al menos hará dinero y finaliza con un “espero que os haya gustado”-, nos ha brindado una de sus pataletas habituales y ha optado por hacer un vídeo para demostrar que no es un fascista, recurriendo, precisamente a todo aquello que GKS señala como fascista.
Señalaré tres puntos del discurso del susodicho:
1. Banalización del fascismo. Lo primero y ante todo, el líder del Frente Obrero se defiende de las acusaciones de fascista diciendo que el fascismo no existe. Y como no existe, él no puede ser fascista. Débil argumento, pues bastaría con demostrar que el fascismo sí existe para que él sea considerado como tal. Según él, el fascismo consiste en la organización callejera de escuadras armadas, y sólo en eso. Que fascistas campen a sus anchas por las calles, realicen propaganda, hagan pintadas, pongan pegatinas, ataquen a colectivos comunistas o colectivos vulnerables (tales como migrantes, o incluso personas destrozadas por la droga)… le parece una nimiedad o una exageración de GKS. Impedir que eso se generalice y se acabe extendiendo hasta el punto de organizarse escuadras fascistas no es una prioridad para un fascista, claro.
Tampoco considera una escuadra armada a desokupa, organización de fascistas al servicio de propietarios rentistas que se dedican a expulsar con violencia a proletarios de sus hogares. Propietarios rentistas que son grandes burgueses o incluso numerosas familias de clase media, apoyo social histórico del movimiento fascista. Ni siquiera la ley de propiedad puede ocultar la realidad de la lucha de clases: son el enemigo de clase expulsando a proletarios, condenándolos a la miseria. Justificar tales actos, el ataque directo y la discriminación del proletariado, de los pobres, es un pilar fundamental del fascismo, por mucho que este se vista de liberal.
2. Ideología antiproletaria. La no existencia de un escuadrismo fascista le parece evidencia suficiente al líder del Frente Obrero para concluir que el fascismo no existe, es un invento. Ahora bien, el fascismo, previo a su organización efectiva, se hace fuerte ideológicamente. Su fundamento es la ideología antiproletaria. Surge como reacción capitalista a una situación de crisis estructural donde el pobre sobra, ya no es potencial productor de ganancia para los capitalistas sino que deducción de la misma, y por ello ha de ser expulsado, criminalizado o degradado, con el fin de cumplir con el propósito para el que fue forjado: servir de base de poder del enemigo de clase. En ese sentido, la ideología fascista es la punta de lanza del movimiento objetivo del capital, que permite su reestructuración rentable, y rentista: expulsar a los proletarios de sus hogares, aumentar las garantías de especular con la vivienda, ese es el movimiento objetivo del capital en una época de crisis en la que el rentismo es la vía de escape más efectiva para seguir generando ganancias por vía de la expropiación directa de los pobres.
La ideología antiproletaria sirve para ese objetivo. Criminalizar a los okupas, degradar constantemente a los migrantes con el objetivo de confinarlos en guetos indefensos para el capital… o incluso emplear expresiones como “basura drogadicta”, “perroflauta”, “su enemigo es el higiene corporal y los libros”… son recursos históricos del fascismo para apalear al proletariado, dominarlo y hacerlo sucumbir ante la dictadura de los capitalistas. Los fascistas son la punta de lanza de los capitalistas, que centran el tiro en los sectores más vulnerables del proletariado, con el fin de disciplinar a toda la clase obrera en las reglas dictatoriales del capital, vestidas estas como leyes naturales eternas de la sociedad libre. No hay ninguna duda de que quienes emplean esas expresiones son unos fascistas.
3. Nacionalismo. Por último, el líder del Frente Obrero acusa a GKS de ser enemigos de España. No podríamos negar un punto del que estamos verdaderamente orgullosos. Evidentemente, somos enemigos de toda ideología nacionalista, pues tiene en sus fundamentos una ideología antiproletaria, que identifica a gran parte del proletariado como enemigo nacional, no igual y carente de los mismos derechos. Nada de lo anteriormente citado se encuadra en un marco abstracto. El nacionalismo y su concepto de nación son la forma concreta en la que se desarrolla la ideología burguesa y su punta de lanza del fascismo. Y esto vale para todo nacionalismo. Sí, como señala GKS, en Euskal Herria el fascismo también está en auge, por mucho que los nacionalistas vascos, e incluso el nacionalista español y líder del Frente Obrero, pretendan ocultar y banalizar la realidad con expresiones como “aquí estamos vacunados” o, en el caso del susodicho, “vete a vivir fuera del País Vasco y verás”, en alusión a la presencia de fascistas.
En época de crisis capitalista, incluso el nacionalismo más aparentemente democrático se desprende de sus apariencias y adquiere la forma que mejor se corresponde con sus fundamentos; la forma de la exclusión del proletariado, de los pobres. Y no hay nada en el seno del nacionalismo que le pueda servir de dique de contención, no hay más opción que su negación.
La banalización del fascismo es abrirle las puertas para que siga avanzando. Nada de lo que ya está sucediendo es una nimiedad. Tenemos que estar preparados para hacer frente a todas y cada una de las expresiones fascistas, allí donde se encuentren y así como se expresen. Y, sobre todo, hacer frente, urgentemente, a quienes consideran el fascismo cosa del pasado, o cosa ajena a ciertas esencias nacionales. Muy al contrario, está muy presente y se desarrolla a pesar de esas esencias y, sobre todo, por medio de ellas.