La creciente amenaza de enfermedades mortales transmitidas de animales a humanos

Expertos alertan sobre el riesgo creciente de enfermedades zoonóticas que podrían desatar nuevas pandemias.

Trabajadores médicos haciendo pruebas de laboratorio.
Foto: Alessandro Biascioli (iStock).

Las enfermedades zoonóticas, aquellas que saltan de animales a seres humanos, representan una amenaza creciente para la salud global, según alertan científicos y autoridades de salud. Esta amenaza se intensifica con la rápida expansión de ciertas infecciones que, en su mayoría, provienen de animales silvestres o de la ganadería. El ejemplo más reciente es el brote de gripe aviar en EEUU, que se ha cobrado su primera víctima humana, destacando la peligrosidad de los patógenos que pueden saltar de especies animales a la humanidad.

En Tailandia, en el Parque Nacional Khao Yai, un macaco anestesiado es examinado por veterinarios que recolectan muestras para detectar posibles patógenos que puedan afectar a las personas. Según declaraciones de la viróloga de campo en Bangkok Supaporn Wacharapluesadee en Financial Times, este tipo de trabajo “es vital no solo para proteger a la fauna local, sino para evitar futuros brotes que puedan desencadenar una nueva pandemia”.

El concepto de Enfermedad X es una de las grandes preocupaciones en la comunidad científica, pues se refiere a un patógeno aún desconocido, con el potencial de provocar una pandemia. La mayoría de los patógenos peligrosos identificados por la Coalición para la Preparación ante Epidemias (Cepi) son zoonóticos, como el MERS, el Ébola y la fiebre Lassa. Estos virus tienen un alto potencial de propagarse rápidamente entre las personas y, lamentablemente, muchos no tienen vacunas ni tratamientos efectivos disponibles.

Además, la propagación de estas enfermedades está en aumento, y factores como el cambio climático, la urbanización y las alteraciones en el comportamiento animal, como el acercamiento de los macacos a las zonas turísticas, están intensificando el riesgo. Maria Van Kerkhove, directora del Departamento de Preparación y Prevención de Epidemias y Pandemias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), advierte que “se estima que tres de cada cuatro patógenos emergentes o reemergentes son zoonóticos”. Estos brotes, aunque usualmente limitados en su inicio, pueden llegar a expandirse rápidamente y convertirse en una crisis global.

El peligro de las enfermedades zoonóticas se evidenció en 2023 con la propagación internacional del virus de la viruela del mono (mpox), que afectó a varios países de África, o la enfermedad viral Marburg, que golpeó a Ruanda. Estas infecciones son ejemplo del creciente riesgo de “desbordamiento” de patógenos animales a humanos, un fenómeno que la Cepi y la OMS están investigando para mejorar la respuesta global ante estos riesgos. Sin embargo, en muchos países con biodiversidad rica, la falta de recursos dificulta el monitoreo y la investigación necesaria para frenar su propagación.

En los últimos años, la tasa de enfermedades zoonóticas ha aumentado, especialmente en regiones de América del Sur, África Central y el Sudeste Asiático. Los mercados de animales vivos, lugares de venta de productos frescos y animales salvajes, son puntos críticos en la transmisión de patógenos, especialmente en áreas con un alto volumen de interacción entre humanos y animales. El caso de Covid-19, cuya posible originación zoonótica sigue siendo objeto de investigación, subraya la urgencia de monitorear estas interacciones y prevenir futuros brotes.

En respuesta, iniciativas internacionales como el Sistema Global de Alerta Temprana, que involucra a la OMS, la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal, están trabajando la vigilancia y el intercambio de datos. Sin embargo, la falta de transparencia y la fragmentación de los esfuerzos son obstáculos que dificultan la contención temprana. En este sentido, las autoridades de Tailandia y los investigadores que trabajan en la frontera del país están utilizando pruebas genéticas avanzadas para detectar potenciales amenazas antes de que se conviertan en emergencias sanitarias.

En definitiva, la creciente interacción entre humanos, animales y el medio ambiente, sumada a las condiciones cambiantes del planeta, está haciendo que el riesgo de pandemias zoonóticas sea una de las principales preocupaciones para la salud pública mundial. Como advierte Richard Hatchett, director ejecutivo de Cepi, “cuanto más pronto podamos detectar y actuar ante estas amenazas, mayor será nuestra oportunidad de detener un brote en sus primeras etapas”. Sin embargo, este desafío global requiere de una cooperación internacional coherente que las lógicas de mercado y las disputas geopolíticas suelen obstaculizar.