Los recientes bombardeos realizados por las fuerzas estadounidenses en Yemen han aumentado el número de víctimas mortales a más de 250 desde que se iniciaron las ofensivas en marzo. Según informes de los medios vinculados al Movimiento Ansarrolá, al menos 68 personas murieron en un ataque aéreo sobre un centro de detención de migrantes en la provincia de Saada, mientras que otras ocho personas fueron asesinadas en la zona de Bani al-Harith, al norte de Sanaa, la capital.
El ataque al centro de detención, que albergaba a migrantes de países africanos como Etiopía, es uno de los más mortales en la campaña. La mayoría de los detenidos eran personas que intentaban llegar a Arabia Saudita en busca de trabajo, y el ataque dejó también numerosos heridos.
El Comando Central de los Estados Unidos (CENTCOM) ha confirmado que más de 800 objetivos han sido atacados en Yemen desde mediados de marzo, aunque se ha negado a proporcionar detalles específicos sobre las bajas civiles.
CENTCOM ha afirmado que los ataques tienen como objetivo “debilitar las fuerzas hutíes”, especialmente por sus acciones contra la navegación occidental e israelí en el Mar Rojo y sus ataques dirigidos a los territorios palestinos ocupados, a lo que los yemeníes responden diciendo que sus ofensivas son una represalia por la guerra de exterminio que el Estado de Israel está llevando a cabo en Gaza. Según un informe de Houthi media, las víctimas del bombardeo incluyen a personas detenidas en condiciones precarias, lo que agrava la crisis humanitaria en el país.
La escalada de los ataques también ha sido vinculada a la creciente presión internacional sobre Irán, principal aliado de los “hutíes”. Los ataques, realizados desde los portaviones USS Harry S. Truman y USS Carl Vinson, han sido una de las estrategias clave del gobierno estadounidense para neutralizar a la resistencia yemení y su influencia en la región, al tiempo que continúan con sus propios enfrentamientos con Irán. El incremento de la violencia y los ataques indiscriminados contra instalaciones civiles y militares siguen siendo una característica central de la intervención de Estados Unidos en Yemen.