La ciudad de La Haya (Países Bajos) acoge desde hoy la cumbre de la OTAN, considerada una de las más relevantes y polémicas de la última década, en la que participan los jefes de Estado y de Gobierno de los 32 países miembros, así como sus ministros de Exteriores y Defensa. El evento, que supone la mayor operación logística y policial de la historia de Países Bajos, moviliza a 27.000 policías, 5.000 militares y 9.000 efectivos adicionales para blindar la ciudad y garantizar el desarrollo de las sesiones en el World Forum. El contexto internacional es especialmente delicado tras el reciente bombardeo estadounidense a instalaciones nucleares iraníes, acción que ha obligado a la Alianza a redefinir prioridades y a mostrar una imagen de “unidad” frente a Rusia y la inestabilidad en Oriente Medio.
Uno de los principales puntos de debate es el compromiso de los aliados con el aumento del gasto militar, impulsado por el presidente estadounidense, Donald Trump, quien exige que los países europeos destinen hasta el 5 % de su PIB a defensa, una petición que en la Secretaría General de la Alianza han asumido. Aunque los embajadores de la OTAN ya han alcanzado un consenso para fijar esta meta en 2035, miembros como el Estado español han solicitado “flexibilidad” en su aplicación, argumentando que el objetivo es “poco razonable y contraproducente” en el contexto actual. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha insistido en “la necesidad de reforzar la defensa colectiva ante el riesgo de una posible agresión rusa en los próximos cinco años” y de “acelerar la cooperación en áreas clave como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la movilidad militar”. Así, anticipaba en vísperas de la cumbre que Madrid tendrá que cumplir con el 3,5 % y que “no hay excepciones”.
La cumbre se desarrolla bajo la atenta mirada de Moscú y Pekín, y con la presión añadida de la imprevisibilidad de Trump, cuya postura sobre el futuro de Estados Unidos en la Alianza sigue generando incertidumbre entre los socios europeos. Los líderes buscarán ratificar la hoja de ruta hacia 2035 y renovar los planes de contingencia, en un intento de enviar un mensaje claro de “disuasión” y “cohesión”. Según fuentes diplomáticas citadas por la prensa internacional, el éxito de la cumbre dependerá de la capacidad de los aliados para mantener los acuerdos y responder a los retos que se plantean en un entorno geopolítico cada vez más complicado por la acción de su propio bloque.