Un hecho de extrema gravedad ha sacudido la localidad de Aldaia (València): un grupo de cuarenta hombres armados, descritos por testigos como “un ejército de escuadristas fascistas”, asaltó una nave industrial ocupada en el polígono Pla de Quart para expulsar a decenas de migrantes que allí pernoctaban. Según el relato de una activista presente en el lugar recogido por Levante-EMV, los atacantes portaban gas pimienta, perros pitbull sin bozal, bates de béisbol, porras, cuchillos e incluso pistolas, y algunos vestían chalecos de Policía Nacional, aunque iban en bermudas y “no eran agentes reales”.
La escena fue descrita como “una auténtica cacería”. Los agresores, “cegados por la ira”, sacaron a palos a los jóvenes migrantes, los rociaron con gas lacrimógeno y los golpearon brutalmente. Uno de los agredidos tuvo que saltar desde un primer piso para evitar más golpes, sufriendo heridas graves. La activista que presenció los hechos también fue agredida y amenazada por intentar intervenir y avisar a la policía.
“Cuando venga Vox, no van a salir del país, los vamos a matar y los tiraremos al mar”
La violencia se desató ante la pasividad inicial de las autoridades y en presencia del propietario de la nave, que llegó a temer por su propia seguridad cuando la situación se descontroló. Los atacantes no dudaron en amenazar de muerte a los migrantes, profiriendo consignas fascistas como “cuando venga Vox, no van a salir del país, los vamos a matar y los tiraremos al mar”.
El director general de Inclusión y Cooperación de la Generalitat y el subdelegado del Gobierno acudieron posteriormente al lugar, mientras que los servicios sociales y de igualdad ofrecieron “recursos de emergencia” a los migrantes agredidos.
A pesar de la intervención institucional, el ataque pone de manifiesto la impunidad con la que pueden actuar grupos violentos para defender intereses empresariales, y la vulnerabilidad extrema en la que se encuentran los trabajadores migrantes frente al racismo y la violencia organizada de grupos parapoliciales.