A la caza del proletariado en La Haya

Asistimos inmóviles a la grotesca mascarada de la orgía militarista burguesa; carnicería del proletariado llamado a filas y masacres de civiles en masa en (los cada vez más) frentes. Saqueo general del salario, recorte autoritario de derechos civiles y políticos y retórica del racismo y el darwinismo social en retaguardia.

El ‘mundo europeo de posguerra’, entendido como unidad de significado histórico caduco, se dirige hacia su fin, que no era otro que el estado de naturaleza más vulgar y bárbaro, ese opuesto abstracto de la doctrina liberal que, al fin y al cabo, no deja de ser el resultado real de la propia dinámica capitalista. “Yo negocio con los fuertes, y aplasto a los débiles”, dice el emperador sin corona de todo occidente, simplemente parafraseando el subconsciente colectivo que ya es patrimonio de todas las clases sociales, imbuidas de la ideología burguesa. Parece que no queremos acabar de aceptar que, por más que miremos hacia otro lado, y precisamente cuanto más miramos hacia otro lado, por haber renunciado a la gran revolución proletaria, la tragedia se repite toscamente como tragedia.

Es difícil descomponer analíticamente, incluso prever con certeza las consecuencias políticas, sociales, económicas e ideológicas que traerá a las clases trabajadoras occidentales el acuerdo de aumento del gasto militar al 5 por ciento del PIB de los estados miembros de la OTAN en una columna de periódico. Un aumento que, dicho sea de paso, se ha expuesto porcentualmente en referencia al PIB para camuflar su bestialidad, puesto que, por ejemplo, en el caso de España, nos vamos al 23 por ciento del Presupuesto General del Estado. Es decir, en una sociedad ya profundamente depauperada y atravesada por grandes desigualdades sociales y ausencia de oportunidades, hasta una cuarta parte del gasto público total deberá ser destinada a la producción de tecnología para aniquilar a nuestra propia especie.

Pero hay un hecho innegable: el acuerdo firmado entre risas y mamoneo por los representantes de los estados miembros y los lacayos más abyectos del gran complejo militar industrial, en una cena de lujo en La Haya y a la vista de toda Europa, no es otra cosa que una declaración de guerra abierta de la oligarquía occidental contra sus poblaciones trabajadoras. Una declaración que en otro tiempo histórico hubiese hecho estallar una respuesta en forma de huelgas generales masivas y movilizaciones generalizadas.

Sin embargo, la destitución política del proletariado europeo es por el momento completa, y el silencio ha servido por toda respuesta de clase ante tamaña agresión. Europa está moralmente hundida y su población completamente atomizada, acobardada con la propaganda atlantista del enemigo externo, de la resucitada amenaza del este, diríase que aún más depauperada ideológica e intelectualmente que económicamente. Cosa que los buitres financieros hace tiempo que han percibido, y no tardarán en corregir para su propio beneficio.

El viraje de la plataforma industrial europea hacia un modelo de acumulación y de gobernación basado en la necropolítica vendrá acompañado de la implementación de un modelo social, político e ideológico acorde a dichas inversiones. En lo social, con un aumento exponencial de la desigualdad y la depauperación en masa con el gran saqueo que las élites financieras van a ejecutar por vía impositiva y mediante recortes de sanidad, educación y todo tipo de prestaciones. En lo político, con la destrucción de la forma democrática del Estado y la dictadura directa de los grandes poseedores de las finanzas y la información facilitada por un contexto de guerra imperialista global promovido por ellos mismos. En lo ideológico, con la expansión programada de la ideología fascista, la guerra de naciones, el racismo y la atomización de clase. Todo esto es lo que se está pactando y para esto sirve la OTAN. 

Que a nadie le quepa duda. La OTAN no defiende a las poblaciones europeas, les ha declarado la guerra social, y las conduce a la carnicería imperialista. La OTAN siempre ha sido una asociación imperialista, criminal, las fuerzas armadas de la burguesía occidental bajo el mando estratégico yanqui. Y lo sigue siendo, no para protegernos, sino para llevarnos al matadero de la competencia mundial de capitales en forma de guerra imperialista abierta donde los frentes se van multiplicando.

Frente a la tentación a caer en el desánimo, quisiera transmitir justamente la clara intuición de que el tiempo se acelera, de que los grandes peligros de la guerra y la depauperación del proletariado occidental auguran una época de gran intensidad histórica y una apertura para la gran política de clases que debe ser aprovechada, que estamos siendo llamados a filas por el orden de los acontecimientos.

Que a la guerra de clase se le combate con guerra de clase. Que a esto sólo se le hace frente consiguiendo que nuestra clase abandone definitivamente el esquema de partido parlamentario reformista anclado al mundo imperialista europeo del siglo XX. Que nos jugamos todo en la edificación de masas de un partido proletario internacionalizado, revolucionario, con proyección histórica y estratégica, y con gran capacidad táctica de lucha y movilización.

Porque a la ofensiva de las oligarquías se le puede hacer frente con hechos disciplinados, con dedicación militante, reconstituyendo las células socialistas revolucionarias en la juventud proletaria de todos los países, formando nuevos y abundantes cuadros, sintetizando los restos militantes honestos de organizaciones caducas en forma de nuevas organizaciones unitarias con proyección de hegemonía, uniendo lazos de camaradería y diluyendo la estrecha idea de la organización nacional impotente en favor de la organización internacional masiva. Porque nuestro enemigo es poderoso y global, tiene a su favor toda la fuerza de la dinámica social objetiva mundial.