El enfrentamiento militar entre Tailandia y Camboya se ha intensificado brutalmente este jueves, con severos bombardeos y ataques aéreos en torno al templo disputado Ta Moan Thom, en la provincia de Oddar Meanchey. Según el ministro de Salud tailandés, se han registrado al menos 11 civiles asesinados, incluidos niños, y un soldado tailandés fallecido, además de decenas de heridos.
El ejército tailandés atribuye el inicio del ataque a tropas camboyanas que habrían empleado artillería pesada y cohetes BM21, mientras que Phnom Penh sostiene que sus acciones fueron “en legítima defensa tras una agresión tailandesa”. Entre las víctimas civiles, destacan seis fallecidos en un bombardeo cerca de una estación de gasolina en Ban Phue, provincia tailandesa de Sisaket.
Frente a esta escalada, las autoridades tailandesas han cerrado la frontera y evacuan a unas 40.000 personas de 86 aldeas cercanas a zonas de conflicto, que buscan refugio en búnkers fortificados. La crisis ha desbordado la diplomacia bilateral, con ambas naciones expulsando a sus respectivos embajadores y movilizando tropas a la zona.
El primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, en calidad de presidente de la ASEAN, ha pedido “calma y negociaciones”, mientras China se declara “profundamente preocupada” y expresa su disposición a mediar para la desescalada. El historial enfrentamientos fronterizos, arraigados en disputas históricas sin delimitar adecuadamente la frontera desde la época colonial es el indicador más visible del contexto de la crisis actual.
Este conflicto vuelve a poner al descubierto las tensiones latentes en el sudeste asiático, relacionadas con reclamos territoriales y recientes actos de guerra, como la colocación de minas antipersonales que habrían afectado a soldados tailandeses.
Fuentes consultadas incluyen reportes oficiales del Ministerio de Defensa tailandés y comunicados del Ministerio de Defensa de Camboya, así como declaraciones de autoridades regionales recogidas por Al Jazeera este jueves.
