Trump promete 17 sistemas Patriot a Ucrania, pero aún faltarían 19 para cubrir el mínimo necesario

Con solo 6 baterías operativas y un costo de $4 millones por misil interceptor, el esfuerzo defensivo sigue siendo insuficiente frente a ataques rusos con hasta 700 drones por ofensiva, además de plantear retos económicos insostenibles a medio plazo

Imagen de archivo de una batería de misiles Patriot.
Foto: N/D

La promesa del presidente Donald Trump de entregar 17 sistemas de defensa aérea Patriot a Ucrania ha sido anunciada como medida determinante y recibida con optimismo político por los países de la OTAN, pero los datos evidencian el corto alcance de la medida.

Actualmente, Ucrania opera apenas seis baterías Patriot, una cifra significativamente inferior a las 25 necesarias para proteger mínimamente todas sus ciudades clave, según el exgeneral Ihor Romanenko. Incluso con las 17 prometidas por Trump, el total alcanzaría solo 23 unidades, aún insuficiente para una defensa integral.

El desafío no solo es numérico, sino también económico. Cada batería Patriot cuesta más de 1.000 millones de dólares, y cada misil interceptor ronda los 4 millones, mientras que los drones rusos que enfrentan pueden costar hasta 100 veces menos por unidad.

Rusia ha llegado a lanzar ataques con más de 700 drones simultáneamente, lo que implica que Ucrania necesitaría cientos de interceptores por semana solo para mantener una defensa parcial, un ritmo insostenible tanto financiera como logísticamente.

Desde su despliegue en abril de 2023, los Patriots han interceptado “decenas” de misiles, incluidos los Kinzhal rusos, pero su eficacia parece limitada en términos generales: solo 150 misiles balísticos interceptados en combate desde 2015, según Raytheon, lo que da un promedio inferior a uno por mes a nivel global. 

En este contexto, los expertos advierten que el envío de nuevos sistemas Patriot no representa una solución estratégica, sino un parche táctico y propagandístico que sirve como mecanismo para fortalecer la implicación de aliados como Alemania, Países Bajos, Dinamarca u otros países europeos, a la vez que intensifica la dimensión geopolítica del conflicto.