Más de 1.100 muertos y miles de heridos tras un terremoto en Afganistán
El sismo, de magnitud 6.0, ha causado devastación masiva en zonas montañosas de difícil acceso en las provincias de Nangarhar y Kunar.

Un terremoto de magnitud 6.0 sacudió el este de Afganistán la noche del 31 de agosto, con epicentro a menos de 30 kilómetros de la ciudad de Jalalabad, principalmente en las provincias montañosas de Nangarhar y Kunar, cerca de la frontera con Pakistán. El sismo ha provocado la muerte de al menos 1.124 personas y deja más de 3.250 heridos, según datos oficiales y reportes de organismos internacionales. Sin embargo, fuentes locales y reportes recientes elevan la cifra de fallecidos a más de 1.100 o incluso 1.400, debido a la dificultad para acceder a zonas afectadas y al colapso de la infraestructura sanitaria, lo que dificulta un conteo exacto inmediato.
Las construcciones tradicionales, predominantemente de barro y piedra, sufrieron graves daños, con al menos 1.000 viviendas derrumbadas o inutilizadas, afectando a decenas de miles de personas. Las condiciones del terreno montañoso, sumadas a lluvias intensas, deslizamientos y fuertes réplicas, también complican el acceso de los equipos de rescate y la evacuación de víctimas, lo que agrava la crisis humanitaria que se vive en la región.
Por el momento, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) estima que más de 12.000 personas están directamente afectadas por el desastre, muchas en las mencionadas aldeas inaccesibles. Las autoridades talibanes y organizaciones internacionales han iniciado operativos de emergencia, que incluyen evacuaciones por helicóptero y ayuda urgente.
Este terremoto se produce en un contexto de alta sismicidad en Afganistán, debido a la interacción compleja de placas tectónicas en la región del Hindu Kush, una de las zonas de mayor actividad sísmica del mundo. Las fallas superficiales y profundas generan movimientos frecuentes que ponen en riesgo a una población vulnerable por el contexto socioeconómico y la precariedad de las infraestructuras.
La tragedia aumenta la preocupación internacional dada la situación política y social de Afganistán, que desde 2021 está bajo control talibán, con un sistema de gobernanza cuestionado y reducción en la ayuda externa. Las necesidades humanitarias básicas, como alimentos, agua potable y atención médica, se han vuelto aún más urgentes tras este desastre natural.