La sobrepoblación carcelaria se ha consolidado como una de las características principales del sistema penitenciario europeo. Según el informe SPACE I del Consejo de Europa, el promedio de ocupación pasó de 93,5% en enero de 2023 a 94,9% en enero de 2024, con varios Estados miembros que superan con creces su capacidad oficial de plazas penitenciarias. Además, las previsiones a futuro no son alentadoras. 

Según cifras de Eurostat, la población penitenciaria europea podría aumentar hasta un 200% para 2027 debido a la situación sociopolítica actual. El endurecimiento de las leyes penales, en especial las relacionadas con hurtos o drogas, y las cada vez más frecuentes que criminalizan luchas de carácter político, vaticinan un aumento notable del numero de reclusos. 

De acuerdo con el informe del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT) publicado en 2024, seis países presentan niveles de sobrepoblación superiores al 110%: Eslovenia (134%), Chipre (132%), el Estado francés (124%), Italia (118%), Rumanía (116%) y Bélgica (113%). Incluso países como Irlanda, Croacia o Suecia se sitúan en torno al 105%, el umbral que marca una "saturación moderada". Estos datos confirman una tendencia ascendente y general en todo el continente.

Según informa la asociación 9m², que denuncia la situación de hacinamiento, los presos malviven en celdas de apenas nueve metros cuadrados, sin aseo ni inodoro, llegando a convivir hasta tres presos, uno de ellos durmiendo en el suelo por falta de espacio. Además, el problema no solo radica en la falta de espacio físico, sino también en la escasez de recursos humanos y servicios básicos. Organismos de derechos humanos han advertido que la sobrepoblación incrementa la violencia intramuros, limita aún más el acceso a programas de "reinserción" y agrava las condiciones de vida de los internos, con efectos directos sobre las tasas de reincidencia.