Sacerdote de Toledo detenido con cocaína rosa y juguetes sexuales en Torremolinos
El canónigo Carlos Loriente fue arrestado de madrugada en posesión de estupefacientes, balanzas y objetos sexuales.

Carlos Loriente, canónigo de la Catedral de Toledo y exdirector del Instituto Teológico San Ildefonso, fue detenido la madrugada del 22 de septiembre en Torremolinos (Málaga, Andalucía) durante un control policial rutinario. Loriente, que había alquilado un apartamento para asistir a una fiesta y viajaba acompañado por tres hombres, portaba más de una decena de papelinas de droga sintética conocida como tusi o cocaína rosa, mezcla de MDMA y ketamina, así como otros psicotrópicos que excedían el consumo personal, lo que llevó a su inmediata detención por delito contra la salud pública, según relatan varios medios españoles.
Según los reportes oficiales, uno de los acompañantes habría comenzado a formar alboroto en la terraza poco antes de la intervención, lo que precipitó el registro. En el apartamento vacacional, situado en un centro neurálgico del ocio nocturno LGTBI del Estado español, fue alquilado por los acusados, y allí encontraron una balanza de precisión, monodosis de droga y varios juguetes sexuales. El descubrimiento reveló un contexto de consumo organizado y actividades que entran en contradicción directa con la moral que la Iglesia cataólica española dice defender.
El Arzobispado de Toledo ha limitado su reacción a un comunicado en el que “lamenta profundamente los hechos”, reprueba “cualquier conducta delictiva que presuntamente hubiera podido cometer el sacerdote” y anuncia medidas cautelares: Loriente ha sido apartado del ejercicio eclesiástico y de sus cargos académicos y pastorales a la espera de la investigación judicial interna. La institución afirma “plena confianza en la justicia” y ofrece su colaboración a la policía, a la vez que pide “perdón al Pueblo de Dios” por “los daños morales” producidos.
El escándalo, lejos de ser anecdótico, evidencia el abismo entre el discurso eclesiástico oficial y la vida privada real de algunos de sus altos representantes, reforzando la ya pronunciada crisis de credibilidad de la que adolece la jerarquía católica española tras años de encubrimientos y graves escándalos.
Este episodio, que involucra a una figura de primer plano en la formación teológica de la diócesis y la gestión pastoral en Toledo, multiplica el alcance del descrédito y recuerda la desconfianza social ante el doble rasero de las instituciones religiosas, que mantienen posturas discriminatorias respecto a la comunidad LGTBI.