El Banco Central Europeo reconoce en su último informe que el efectivo es “indispensable cuando fallan las infraestructuras digitales”, como ocurrió el pasado 28 de abril cuando el gran apagón bloqueó sistemas de pago electrónicos en todo el Estado español y solo los billetes funcionaron como medio de pago. El estudio, firmado por Francesca Faella y Alejandro Zamora-Pérez, contradice los discursos sobre la digitalización total y admite que las reservas de efectivo en los hogares cumplen una “función crucial” en grandes crisis, sirviendo de “seguro social” y red de liquidez ante el colapso del sistema bancario, poniendo como ejemplos la guerra en Ucrania o la pandemia de 2020.

Durante el gran apagón de abril, que en Bruselas aprovecharon para reforzar su narrativa sobre la "preparación", el consumo con tarjeta cayó más del 40%, el comercio electrónico se desplomó un 54% y la economía del Estado español perdió hasta 1.600 millones de euros. “Numerosos terminales, cajeros y monederos electrónicos estuvieron prácticamente inoperativos durante horas”, señala el BCE. El informe sostiene que, ante este tipo de fallos masivos, la población recurre al dinero físico como "refugio psicológico y práctico"; en el Estado español, el 39% de la población ya guardaba efectivo en casa incluso antes del apagón, y muchas retiradas en los días posteriores duplicaron la media de un día normal.

El BCE considera que la descentralización y disponibilidad del efectivo son un “bien común” que el sistema digital nunca podrá emular en “resiliencia y autonomía”. La autoridad financiera asume así que en situaciones extremas lo que salva es el dinero físico disponible allí donde la infraestructura bancaria y electrónica fracasa: “el acceso al efectivo es una obligación de los bancos y fundamental para las familias en escenarios de crisis”.

La institución europea no especifica una cantidad recomendada, pero cita ejemplos de países como Austria, Finlandia y Países Bajos, que sugieren reservar "70-100 euros por persona o lo suficiente para cubrir necesidades básicas hasta 72 horas". El informe, que señala como nociva la presión de la banca por eliminar cajeros y sucursales, enfatiza que el efectivo constituye un componente crítico de lo que las instituciones europeas denominan como “preparación nacional”. Esto, sumado a los planes de "preparación" anunciados por Bruselas y los manuales y "kits de supervivencia" recomendados por algunos países, refuerzan la idea de que la clase dirigente europea está preparando a la población para algo.