El gasto militar récord desplaza la riqueza y acelera la brecha generacional
Los planes de rearme limitan aún más el gasto social, profundizan las desigualdades socioeconómicas y agravan la situación en vivienda, educación y bienestar.

Datos recientes sobre la distribución de la riqueza confirman una marcada división intergeneracional. Desde una perspectiva puramente económica, el estudio Visualizing America´s wealth distribution by generation muestra la realidad de los Estados Unidos de América, donde la generación de los Baby Boomers, que representa aproximadamente un quinto de la población, posee el 51% de la riqueza total del país, equivalente a 83,3 billones de dólares. En contraste, las generaciones Millennial y Gen Z, que en conjunto constituyen el grupo demográfico más numeroso, poseen solo el 10,5% de la riqueza nacional, unos 17,1 billones de dólares.
Esta disparidad se refleja también en el acceso a la vivienda. En el caso del Estado español, el precio de la vivienda de compra aumentó un 25% entre 2021 y 2024 según las mediciones más conservadoras, y se acaba de conocer que el precio del metro cuadrado ya alcanza los 2.093 euros de media, llegando a máximos históricos, mientras que los salarios de los jóvenes solo crecieron un 7% en el mismo periodo.
Otro indicador lo aportan los datos del propio Consejo de la Juventud de España indican que el alquiler llegó a absorber el 92% del salario medio juvenil en 2024, lo que a su vez genera que el 55% de las personas de entre 25 y 34 años se vea obligado a vivir en casa de sus padres. Adicionalmente, la tasa de propiedad en jóvenes es significativamente menor: solo el 25% de los nacidos entre 1985 y 1995 son propietarios, frente a una tasa del 81% para los nacidos entre 1945 y 1965 a la misma edad.
Las familias en el Estado español asumen el 30,38% del gasto total en educación superior
La educación, cada vez más cara y con peores perspectivas de empleabilidad, representa una carga financiera creciente ahondando en la dependencia de los jovenes hacia sus padres o directamente imposibilitando el acceso a esta en los casos más vulnerables. Las familias en el Estado español asumen el 30,38% del gasto total en educación superior, por encima del promedio del 22,02% en la OCDE. Nuevamente para ver la dimensión de lo que suponen las cifras absolutas, se observa que en Estados Unidos, la deuda estudiantil alcanzó los 1,64 billones de dólares solo en el segundo trimestre de 2025.
Gasto militar, en máximos históricos
Paralelamente, el gasto militar global alcanzó un máximo histórico de 2,7 billones de dólares en 2024, con un aumento del 9,4% interanual, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), con una proyección muy al alza para los años venideros. Este incremento, el más pronunciado desde la Guerra Fría, fue liderado por países como Estados Unidos, cuyo gasto militar de 997.000 millones de dólares en 2024 supera al de las siguientes diez naciones combinadas, pero que en cambio trata de arrastrar consigo a los países de la OTAN.
Este aumento masivo en la inversión militar tiene un coste de oportunidad directo sobre el gasto social. Expertos han señalado que este desvío de capital a la industria militar significa "dejar de invertir en otros sectores prioritarios, como la salud, la educación o la vivienda". De hecho, un análisis comparativo del centro Delàs demuestra que la inversión en educación genera casi el triple de empleos que la inversión en armamento, desmontando el argumento de que dicha inversión siquiera pueda mejorar las condiciones de vida de los países que cuentan con industria armamentística.
Tanque, papel, tijera
Los números confirman que este no es un dilema virtual o teórico: en Estados Unidos, el gigantesco incremento en el gasto militar de 2024 coincidió con grandes recortes en programas sociales esenciales como la seguridad social, Medicare y Medicaid. En el Estado francés, un paquete de ajuste fiscal de casi 44.000 millones de euros, dirigido principalmente a reducir el gasto social en salud y pensiones, ha acompañado al anuncio del gran rearme.
Estos recortes explícitos ilustran el "coste de oportunidad" fiscal, donde el aumento del gasto militar determina directamente las posibilidades de gasto público, ya de por sí mermadas. Como advierte el FMI, si las tendencias actuales continúan, la deuda pública mundial podría alcanzar el 100% del PIB para finales de la década, una "hipoteca financiera" que las generaciones futuras deberán pagar con recortes y peores condiciones de vida.