El cierre del Gobierno Federal de EE.UU. parece inevitable a partir del próximo miércoles, tras la ruptura de negociaciones entre los republicanos liderados por el presidente Donald Trump y la oposición demócrata. El Congreso tiene la fecha límite fijada hasta el 30 de septiembre para aprobar un nuevo presupuesto, pero el choque de exigencias sobre sanidad y subsidios mantiene bloqueada cualquier solución. Trump ha calificado las demandas demócratas de “completamente irrazonables”, canceló las reuniones de la pasada semana y responsabiliza a la oposición del posible cese de operaciones federales. Si no hubiera acuerdo, el cierre comenzaría el 1 de octubre.

Por el momento, las negociaciones parecen estancadas, pero líderes demócratas y republicanos se reunen con Trump en la Casa Blanca este mismo lunes 29 para intentarlo. Un memorando interno explica que la Oficina de Gestión y Presupuesto ha ordenado a las agencias federales que preparen despidos a gran escala, especialmente en los programas "no esenciales", para introducir un gran recorte administrativo a rebufo del cierre.

Bloqueo político

Si la falta de financiación se convierte en un hecho, la ley exigirá suspensiones temporales (furlough) de millones de empleados "no esenciales", mientras que el personal clave —incluyendo agentes de las fuerzas policiales, controladores aéreos y militares— deberá seguir operando sin sueldo hasta que se apruebe un presupuesto, como ocurrió en el precedente de 2018-19, el más largo de la historia y en el que cerca de 800.000 empleados quedaron suspendidos.

Ruido de motosierra

Las agencias federales aún no han pubicado los planes de contingencia para el cierre, lo que incrementa la incertidumbre sobre el alcance del recorte y el impacto social. Sindicatos y empleados federales han expresado su temor ante la falta de información y la perspectiva de que Trump utilice el cierre presupuestario para emprender despidos estructurales y desmantelar gran parte del sector público, especialmente en un contexto de tensión política y escalada de confrontación institucional entre las dos familias políticas de EE.UU.