Persiste la brecha entre Alemania occidental y oriental, a 35 años de la "reunificación"
El Este ha reducido distancias en términos salariales y demográficos, pero aún sufre pérdidas de población, bajos patrimonios y menor productividad que el Oeste desde que la RFA anexionó la RDA.

La "reunificación" alemana, sellada el 3 de octubre de 1990, ha supuesto un gasto económico cercano a los 2 billones de euros, destinado a tratar de equiparar las condiciones de vida entre el territorio de la extinta República Democrática Alemana (RDA) y Alemania occidental. El balance tras 35 años de la anexión de la RDA por parte de la República Federal Alemana muestra que las autoridades de Berlín han cumplido algunos objetivos parciales en áreas como la convergencia salarial, pero también persisten rezagos en productividad, riqueza y demografía.
En términos poblacionales, según la Oficina Federal de Estadística alemana (Destatis), la población alemana ha crecido un 5% desde 1990, hasta alcanzar los 83,6 millones de habitantes. Sin embargo, mientras en el Oeste la población aumentó un 10%, en el Este cayó un 16%, debido sobre todo a la migración interna de más de 1,2 millones de personas, la mitad de ellas en la primera década tras la reunificación.
Este movimiento se originó tras el desmantelamiento abrupto del tejido industrial de la RDA, que si bien logró ofrecer una calidad de vida notable para millones de alemanes orientales durante varias décadas, no podía responder al imperativo de competitividad que imponen los parámetros de la economía de mercado tras la unión monetaria de 1990. Esto provocó cierres masivos y un desempleo generalizado en el este.
En lo económico, la brecha de ingresos ha mostrado una clara reducción: del 26% en 1990 al 15,9% actual, según un estudio de la Fundación Bertelsmann. Aun así, hay que tener en cuenta que el punto de partida tras la destrucción de la economía del este era altísimo, y, por tanto, la riqueza acumulada aún presenta diferencias significativas: el patrimonio medio en el Este hoy es de 67.400 euros por habitante, apenas un 44% del promedio occidental, situado en 153.000 euros. Aunque el patrimonio en el Este creció un 75% en promedio desde 1990, la convergencia en este ámbito se mantiene.
La productividad también marca distancia. Estudios como los del Instituto de Estudios Económicos de Berlín y el Centro Leipzig de Historia Contemporánea destacan que la "pérdida de competitividad" en los noventa derivó en cierres de empresas y en un desempleo desproporcionado. En 1991, la tasa de paro en el Este era del 10,2% frente al 6,2% del Oeste, llegando a un máximo del 20,6% en 2005 frente al 11% occidental. Tras las reformas del canciller Gerhard Schröder (2002-2005), la brecha comenzó a reducirse: actualmente, el desempleo es del 7,2% en el Este frente al 5,3% en el Oeste, según la Agencia Federal de Empleo.
Historiadores subrayan que las “expectativas poco realistas” tras la reunificación generaron frustración: se pensaba que el cambio traería de inmediato “paisajes florecientes”, en palabras del entonces canciller Helmut Kohl. Sin embargo, lo que siguió fueron cierres industriales, migraciones masivas y un paro elevado. A 35 años de aquel proceso, Alemania mantiene la retórica sobre el "equilibrio" entre sus dos mitades, con una evolución relativa en salarios y empleo, pero con muchas deudas pendientes que siguen lastrando desequilibrios territoriales.