Un análisis de los datos de 2023 presentado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y recogido por Our World in Data revela una notable desconexión entre las causas de mortalidad más comunes en los Estados Unidos de América y la atención que reciben en los principales medios de comunicación de masas. Las enfermedades cardíacas y el cáncer, que en conjunto representaron el 55% de los fallecimientos analizados, apenas sumaron el 7% de la cobertura en diferentes publicaciones, tanto de línea editorial demócrata como republicana, véase The New York Times, The Washington Post o Fox News. Otras afecciones crónicas con alta prevalencia, como los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades respiratorias o la diabetes, también mostraron una presencia mínima en las noticias.

El estudio contrastó la proporción de muertes atribuidas a 15 causas principales, según datos del CDC, con el porcentaje de menciones que estas recibieron en los tres gigantes mediáticos estadounidenses. Los resultados son concluyentes: los homicidios, en general, responsables de menos del 1% de las muertes, acapararon entre el 42% y el 52% de la cobertura informativa sobre estos temas. De manera similar, el "terrorismo", entendido como ataques armados perpetrados por actores no-estatales con motivación política, con una incidencia estadística inferior al 0.001%, ocupó entre el 11% y el 18% de las menciones en dichos medios.

La magnitud de esta desproporción se hace aún más evidente al calcular el factor de representación. Según el análisis, el "terrorismo" recibió una cobertura 18.000 veces superior a su impacto real en la mortalidad, mientras que los homicidios fueron sobrerrepresentados 44 veces más en The New York Times. En el extremo opuesto, las enfermedades cardíacas recibieron 10 veces menos atención de la que su prevalencia sugeriría, seguidas por los accidentes cerebrovasculares (9 veces menos) y el cáncer (6 veces menos).

La disparidad entre la realidad estadística y la cobertura mediática influye en la percepción pública del riesgo. La atención desproporcionada hacia eventos violentos y poco frecuentes genera preocupación exagerada por estas causas, y suele abonar el terreno a soluciones políticas autoritarias.

Mientras tanto, las amenazas para la salud, vinculadas a la alimentación de mala calidad, el sedentarismo y las adicciones, mucho más extendidas y prevenibles, quedan relegadas a un segundo plano informativo. Este patrón de cobertura, consistente en los medios más populares y con líneas editoriales aparentemente diferentes, sugiere un sesgo sistémico generalizado en la selección de noticias.