Las facturas de calefacción en Alemania han aumentado un 82% desde 2021. En 2022, el país decidió "poner fin" a su dependencia del gas ruso tras la guerra a gran escala de Ucrania. Según el análisis de la empresa Techem consultado por Euronews y basado en datos de 100.000 edificios residenciales, los costes de calefacción han alcanzado niveles récord en los últimos cuatro años, con incrementos acumulados que afectan a millones de hogares alemanes.

La Asociación de Administradores de Fincas de Alemania prevé que en 2025 calentar un piso de 70 metros cuadrados con gas costará 1.180 euros anuales, lo que supone un incremento del 15% respecto al año anterior. Este aumento se aprecia en casos como el de Fernando, residente en Berlín consultado por Euronews, cuya factura mensual ascendió de 140 a 390 euros, con un aumento anual promedio del 30%.

El sistema alemán, donde la calefacción se incluye en el alquiler mediante pagos anticipados que se ajustan anualmente, ha generado "sorpresas desagradables" para más de un inquilino que recibe facturas de regularización cada vez más elevadas. Según Eurostat, el 13% de los hogares alemanes dedica más del 40% de sus ingresos a vivienda, cinco puntos por encima de la media europea.

La llamada "transición energética" desde los gasoductos rusos hacia el gas natural licuado (GNL) estadounidense y otros proveedores menores explica gran parte de esta crisis. Andreas Fischer, economista energético del Instituto para la Economía Alemana (IW), señaló que "el gas se ha encarecido... porque antes llegaba principalmente a través de gasoductos, y luego tuvimos una situación de crisis". En 2020, Rusia suministraba el 55% de las importaciones alemanas de gas.

Actualmente, Noruega se ha convertido en el principal proveedor con el 48% de las importaciones en 2024, seguida de "Países Bajos" (25%) y "Bélgica" (18%), aunque estos dos últimos proveedores son cuestionables, puesto que no cuentan con yacimientos gasísticos. Por lo tanto, actúan como nodos o hubs de entrada del gas procedente de "otros países".

Esta "transición" resulta más costosa no solo por las nuevas rutas de suministro, sino porque la fuente energética llega ahora como GNL, alternativa más cara que el transporte por gasoductos, y la factura la están pagando los hogares alemanes. Sin perspectiva de que la calefacción se abarate a corto plazo, las familias alemanas miran con temor a las facturas y a los precios internacionales del gas, especialmente las más empobrecidas.