Antifascismo mayoritario, consecuente y de clase, Arnaldo
En las últimas semanas, si no meses, venimos observando cómo toma forma una desvergonzada campaña de intoxicación y criminalización del Movimiento Socialista por parte de la política profesional burguesa, a coro con los sindicatos golpistas de los cuerpos policiales y los medios de extrema derecha. Intoxicadores fabricando titulares sobre repuntes imaginarios de la kale borroka día sí y día también. Bufones de Antena 3 y medios fascistas acosando a chavales militantes para montar relatos dignos de Spielberg. El consejero de Interior del Gobierno Vasco inventándose excusas para montar cargas policiales y reventar unos cuantos huesos por un puñado de votos. En la diana del disparadero violento del Estado, miles de jóvenes comunistas organizados.
Por si fuera poco, en recientes declaraciones en el programa En Jake de EITB, el portavoz de EH Bildu Arnaldo Otegi se sumaba al coro de la criminalización, dejando caer que observa en GKS "una deriva intelectual y política" hacia la violencia. El Correo Español no tardaba en hacerse eco del portavoz derechista de la nueva izquierda abertzale con un titular descontextualizado, para continuar con la campaña de señalamiento a la juventud comunista vasca. Quizá nadie le ha avisado a Arnaldo de que Ernai se sumó a la convocatoria contra Vito Quiles. Lo digo por lo de tirar la piedra y esconder la mano.
El hecho es que GKS, participando en convocatorias conjuntas con otros grupos antifascistas, ha demostrado eficacia en las calles bloqueando a la agitación y al escuadrismo fascista y su violencia criminal, y esto no solo ha bajado los humos a la oleada fascista en todo el Estado, sino que ha retratado de golpe la inacción de toda la clase política, muy particularmente de ese gran bloque socialdemócrata que lleva tiempo mirando para otro lado. Lo hizo en Gasteiz con Falange Española, y lo volvió a conseguir con más contundencia en Iruñea contra el agitador fascista Vito Quiles y su banda de matones. Estos sucesos, desde luego, no son consecuencia de ninguna ‘deriva violenta’ de la organización comunista, sino al contrario, es consecuencia directa de la permisividad, y en muchos casos colaboración directa de los políticos profesionales con el escuadrismo fascista y su impunidad callejera.
Y es que son varios años ya que el escuadrismo se ha instalado en las sociedades occidentales como forma más extrema de la reacción, y al amparo político de las grandes plataformas electorales como VOX. Grupos ultras que se pasean armados por las calles. Palizas organizadas a personas migrantes. Grupos de matones que desahucian criminalmente al proletariado de sus casas. Agitadores que hacen alarde del fascismo, de las matanzas franquistas, del supremacismo, de la misoginia, de la violencia y de la humillación de clase. Entretanto, vemos cómo los cuerpos policiales del Capital, de forma muy evidente en nuestro caso la Ertzaintza, se dedican a colaborar desvergonzadamente con las acciones criminales de estos grupos sobre el terreno. El progresivo avance de esta violencia callejera criminal y esta agitación racista, supremacista, misógina, etc., contra nuestra clase no ha suscitado ni preocupación, ni campaña mediática, ni mucho menos medida alguna por parte de la clase política burguesa, ni de izquierda, ni de derecha, más allá de un uso oportunista y electoralista del fenómeno del fascismo.
Sin embargo, para sorpresa de nadie, la respuesta antifascista sí que ha levantado las alarmas de estos personajes de despacho, lanzándolos a la caza del antifascismo consecuente, y ya de paso, a la caza de una organización comunista que día a día amplía sus filas y que puede suponer una verdadera amenaza política a todo el modelo social de la burguesía y su conjunto de aliados y comisarios.
Pero es que la complicidad y/o permisividad de la política profesional y los cuerpos policiales con el escuadrismo es un fenómeno completamente normal, primero porque el fascismo es la expresión extrema de una reacción ideológica que ya anida en el electorado de estos partidos en mayor o menor medida; y en segundo lugar, porque el Estado es el aliado natural del fascismo. No olvidemos que el objetivo de esta nueva oleada fascista impulsada por las oligarquías mediante la financiación de grupos de cuadros, medios de comunicación, grupos criminales y grandes partidos electorales no es otro que un nuevo Estado autoritario. Es decir, profundizar en la esencia y en la radicalidad del Estado como engranaje represivo de las oligarquías es el programa del fascismo. Música para los oídos de los cuerpos policiales, de la maquinaria burocrático-militar y de muchos parlamentarios de distinto color, educados en el oportunismo y en la falta de escrúpulos a la hora de acumular poder burocrático.
Ante esta alarmante situación, el proletariado comienza a organizarse para hacer frente al escuadrismo y a la agitación fascista en la calle, en Euskal Herria con contundencia, pero también en muchas partes del Estado español. Es una cuestión de autodefensa, nuestras vidas y nuestros derechos están en juego. Ahí hemos estado siempre los comunistas, no hay deriva alguna. Nuestro modelo, por mucho que Arnaldo quiera convencer a alguien de lo contrario, es un antifascismo radicalmente democrático y de mayorías, y es precisamente porque tenemos memoria por lo que sabemos que al fascismo no se le puede dejar avanzar en la calle y en el plano de la propaganda si no es pagando un altísimo precio. Nosotros hemos apostado por un antifascismo de mayorías vinculadas a las minorías que están dispuestas a jugársela en la calle para bloquear la criminalidad escuadrista. Esas mayorías antifascistas que apoyan al antifascismo de calle son las que Otegi y su grupo pretenden liquidar con sus maniobras discursivas sobre un antifascismo domesticado y teledirigido por burocracias de partido, que dé la espalda a los que arriesgan y que deje vía libre al escuadrismo hasta que estos salvadores profesionales tomen Ajuria Enea y conviertan a la Ertzaintza en un cuerpo policial de Netflix. ¿Que pretenden estos señores, que nos quedemos de brazos cruzados esperando a que nos apuñalen en el metro, nos humillen en nuestras calles, o nos echen de nuestra casa a golpes?
En una cosa tiene toda la razón Arnaldo, aquí hay dos modelos de antifascismo en pugna. El suyo, pretende reducir la tan celebrada memoria antifascista a mero trampolín para Ajuria Enea, con el programa socialdemócrata como bloque dinamizador. Una maniobra calcada a la táctica del PSOE en Madrid y muchos otros partidos socialdemócratas en todo el bloque occidental. Un antifascismo de orden, electoral y reformista que no ataca de raíz a la causa del auge fascista: la sociedad capitalista en crisis y el colapso del bloque imperialista occidental, sino al contrario, sigue haciendo apología del resurgimiento del Capital y el pacto imperialista de clases. Un antifascismo electoral que se despreocupa de la reacción ideológica en su propia base, que llama a no hacer frente al fascismo en la calle en sus fases de desarrollo, y que no problematiza en absoluto la reforma autoritaria del Estado ya en curso, promovida por todo el arco parlamentario. En definitiva, un antifascismo de liderazgo socialdemócrata que, como la historia ha demostrado, conduce inevitablemente al Estado autoritario y a la generalización y hegemonía del fascismo.
Desde el MS tenemos claro que solo es posible un amplio frente antifascista si este es dinamizado por el bloque revolucionario radical del proletariado. Por eso vamos a apostar por articular un gran bloque mayoritario y eficaz, de clase e independiente de la burocracia estatal, consecuente contra toda la reacción, que tenga como horizonte no solo el resistencialismo frente al fascismo, sino hacer frente a toda la deriva autoritaria del Estado. Porque, en definitiva, a día de hoy el único antifascismo eficaz será aquel que pueda poner las bases de conciencia política para polarizar contra el Capital y hacia un nuevo modelo de civilización sin clases todas las contradicciones actuales del Capital en crisis y la decadencia imperialista occidental. Claro está que la mera posibilidad de esto, a diferencia del antifascismo del voto y del progresismo, resulte violento para los intereses de las oligarquías y de sus secuaces, de ahí su nerviosismo y su prisa por montar una ofensiva contra el Movimiento Socialista.