El presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, dio ayer a Ucrania menos de una semana para responder si acepta el "plan de paz" elaborado por Washington y negociado con Moscú, según adelantó The Washington Post. El mandatario declaró ante Fox Radio que quiere una respuesta antes del Día de Acción de Gracias y afirmó que Zelensky “va a tener que aprobarlo”. El documento, de 28 puntos, obligaría a Ucrania, entre otras cosas, a ceder regiones del este del país, incluidas zonas no tomadas por rusia, limitar sus fuerzas armadas a 600.000 efectivos y renunciar de forma permanente al ingreso en la OTAN, a cambio de garantías de seguridad de Estados Unidos.

En una intervención desde Kiev recogida por EFE, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, afirmó que el país se enfrenta a decisiones “muy difíciles” y planteó que la propuesta sitúa a Ucrania entre “perder la dignidad o arriesgarse a perder a un aliado clave”. Zelensky sostuvo que presentará “argumentos” y “alternativas”, pero indicó que no dará “razones para decir que Ucrania no quiere la paz”. Además, en consonancia con los líderes de la Unión Europea, suplicó a Washington que “el plan de paz respete los intereses ucranianos y de la UE”.

Sus declaraciones coincidieron con el llamado Día de la Dignidad, jornada que conmemora las protestas de 2013 y 2014 que dieron pie al golpe de Estado del Euromaidán. Durante la misma jornada, el mandatario ucraniano mantuvo su primera conversación con el vicepresidente estadounidense JD Vance sobre el plan.

Desde Moscú, el presidente Vladimir Putin se mostró más optimista de lo habitual y aseguró que el documento “podría servir como base para un “arreglo definitivo” del conflicto, de acuerdo con reportes de la agencia rusa TASS. El mandatario ruso afirmó haber recibido el texto “a través de los canales de comunicación existentes” y lo vinculó con contactos previos con Trump, incluida la cumbre de Alaska de agosto.

Las filtraciones recopiladas por medios estadounidenses detallan, entre otros puntos, que el plan prevé el reconocimiento internacional de la soberanía rusa sobre Crimea, Donbass y otros territorios que Ucrania debería ceder, así como una "zona desmilitarizada", un ejército ucraniano reducido, garantías de que Ucrania no entre en la OTAN, la prohibición del despliegue de tropas extranjeras en Ucrania tras la guerra, la cooficialidad del idioma ruso y levantar sanciones a Rusia. El ultimátum de la Casa Blanca coincide con retrocesos militares ucranianos en el frente, incluidas las recientes tomas de Kupiansk y avances rusos en Zaporiyia, anunciados por Moscú y negados por Kiev.