La industria armamentística internacional ha alcanzado un récord histórico de 679.000 millones de dólares en ventas en 2024, nada más y nada menos que un aumento del 5,9% impulsado directamente por las guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza y la carrera de rearme, según detalla el informe anual del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Los Estados Unidos de América consolidan su dominio con 334.000 millones de dólares (49% del total), donde seis de las diez mayores empresas son estadounidenses y ocupan los tres primeros puestos del pódium. A su vez, destacan el crecimiento del 193% de la empresa checa Czechoslovak Group y SpaceX, la empresa de Elon Musk, que entra por primera vez en el ranking en el puesto 77, duplicando sus ingresos.

Los datos del SIPRI indican que al menos 38 de las 100 mayores empresas armamentísticas expandieron su capacidad productiva en 2024, entre ellas 17 europeas y 15 estadounidenses. En Europa (excluyendo a Rusia), 23 de 26 empresas aumentaron sus ingresos, con un crecimiento conjunto del 13% debido a la "demanda derivada de la guerra en Ucrania y la percepción de la amenaza rusa". Paradójicamente, las sanciones no han frenado a la industria rusa: las dos empresas del país en el top 100 (Rostec y United Shipbuilding) aumentaron sus ingresos combinados un 23% hasta 31.200 millones de dólares, sostenidas por la demanda interna por la guerra en Ucrania.

Las tres principales empresas israelíes crecieron un 16%

En Oriente Medio, nueve empresas alcanzaron ingresos de 31.000 millones con un crecimiento del 14%, donde las tres firmas israelíes crecieron un 16% hasta 16.200 millones a pesar del creciente rechazo al genocidio que llevan a cabo los sionistas en Gaza. La única región en declive fue Asia y Oceanía (-1,2%), arrastrada por la caída del 10% en los ingresos de las ocho empresas chinas del ranking, donde Norinco –principal productor de sistemas terrestres– redujo sus ventas un 31% debido a purgas por corrupción que detuvieron proyectos militares.

El informe pone sobre la mesa cómo la violencia bélica se traduce directamente en ganancias corporativas para la burguesía del complejo industrial-militar internacional, que se expande aceleradamente mientras los conflictos y los genocidios se prolongan. La paradoja europea –sanciones inefectivas contra Rusia mientras su industria militar crece como único sector robusto alimentado por el mismo conflicto inducido– muestra una dinámica donde la "seguridad nacional" es sinónimo de los intereses económicos de un sector que obtiene beneficios tanto de la escalada bélica como de la preparación para ella. El caso israelí demuestra que incluso el genocidio documentado no afecta la demanda de sus productos, revelando la naturaleza estructural del mercado internacional de armas.