La XIII Reunión de Alto Nivel (RAN) entre el Estado español y Marruecos, programada para arrancar este jueves 4 de diciembre a las 10:30 horas en el Palacio de la Moncloa, se perfila como un escándalo de opacidad absoluta orquestado por el Gobierno español, que ha vetado cualquier comparecencia ante la prensa para evitar el debate público sobre posibles concesiones a Rabat. 

Anunciada con una nota de apenas cuatro líneas por el Ministerio de Exteriores el 27 de noviembre, la cumbre, que durará menos de tres horas, incluyendo recepción con honores militares, no contempla ni rueda de prensa ni declaración institucional, a diferencia de la cita de febrero de 2023 en Rabat, donde Pedro Sánchez sí ofreció declaraciones conjuntas. Fuentes de Moncloa justifican este blindaje como un enfoque en "relaciones modernas y transversales", pero críticos lo ven como una maniobra deliberada para mantener en secreto negociaciones sensibles, especialmente tras el reciente aval de la ONU al plan de ocupación marroquí para el Sáhara Occidental.

Se prevé la firma de más de una decena de acuerdos en áreas como transición digital, prevención de desastres naturales, agricultura, pesca, educación, deporte, igualdad de género y lucha contra "extremismos", pero Moncloa ha revelado tan pocos detalles que la opacidad es casi absoluta. El PSOE presume de un "momento especialmente positivo" en sus relaciones con Rabat y habla de la comunidad marroquí como "el mayor cotizante a la Seguridad Social". En 2024 se alcanzó un récord comercial de 22.600 millones de euros entre ambos estados.

El Frente Polisario, a través de su representante, Abdulah Arabi, ha calificado esta RAN como un riesgo inminente, advirtiendo que "Marruecos impone la agenda y vigilará cualquier pacto que afecte al Sáhara", recordando que el Estado español sigue como potencia administradora del territorio. A ello sumó que el Frente Polisario considerará cualquier acuerdo entre Madrid y Rabat que no incluya a los representantes saharauis como nulo y sin efecto. 

Moncloa evita pronunciarse sobre el impacto en la economía canaria o el rol español en el conflicto saharaui, optando por un comunicado final genérico que, según fuentes cercanas al Gobierno, podría reiterar el apoyo al plan marroquí. De ahí la negativa de Sánchez a aceptar preguntas de periodistas que sabe que lo perjudicarán en términos electorales.