A pesar del supuesto "alto el fuego" existente sobre la franja de Gaza, la situación continúa siendo crítica. Decenas de palestinos siguen muriendo día tras día mientras Trump y Netanyahu negocian unilateralmente qué tipo de administración colonial tratarán de imponer sobre lo que queda sin ocupar ni destruir de la Franja. A todo ello se le suman recientes acusaciones graves de complicidad israelí en el saqueo sistemático de convoyes humanitarios, reveladas por el historiador francés Jean-Pierre Filiu en su libro "A Historian in Gaza". 

Filiu, profesor de estudios del Medio Oriente en Sciences Po, pasó más de un mes en la Franja en diciembre de 2024, integrado en una misión de Médicos Sin Fronteras en la zona costera de al-Mawasi, designada como "humanitaria" pero hacinada con cientos de miles de desplazados. Allí, documentó incidentes donde soldados israelíes dispararon contra guardias locales y equipos de seguridad de la ONU que protegían camiones con harina, kits de higiene y alimentos, permitiendo que bandas armadas se apoderaran de hasta 20 vehículos en una sola noche. Dos palestinos murieron en uno de estos ataques, dejando desprotegida la ruta y exacerbando el hambre en una población ya al límite, donde el acceso a agua potable y atención médica son lujos prácticamente inexistentes.

Este testimonio, descrito por Filiu como "totalmente convincente", coincide con memorandos internos de la ONU que aluden a una "benevolencia pasiva, si no activa" del ejército genocida hacia los saqueadores, una política que, según el historiador, buscaba desacreditar a Hamás y a las agencias internacionales, mientras empoderaba a milicias colaboracionistas con la ocupación para revender la ayuda o construir redes de dependencia y hacer negocio del genocidio y sus consecuencias. El Estado sionista, por su parte, niega estas alegaciones, afirmando que sus acciones apuntaban a "terroristas" que desviaban suministros hacia Hamás, y que en un incidente específico "evitaron dañar la carga".

Un futuro incierto

En el contexto actual de diciembre de 2025, estas revelaciones llegan en un momento de tensión renovada pese al "alto el fuego" implementado el 10 de octubre, que incluyó la liberación de los últimos 20 rehenes israelíes vivos a cambio de casi 2.000 rehenes palestinos, y la firma de un acuerdo en Sharm el-Sheij con 'líderes mundiales'. Netanyahu ha convocado de urgencia a su gabinete tras un ataque en Rafah que hirió a cuatro soldados israelíes, prometiendo "responder en consecuencia", mientras Hamás rechaza su desarme y la presencia de fuerzas internacionales de ocupación colonial. 

Paralelamente, los genocidas siguen matando: por lo menos cinco personas asesinadas desde el lunes, incluidos dos niños de 8 y 10 años, en una tienda de campaña cerca de un hospital en Jan Yunis. La ONU denuncia que 15.600 gazatíes necesitan evacuación médica urgente, y la UNRWA reporta casi 50 niños muertos en Cisjordania en la "peor crisis humanitaria en décadas", agravada por el cerco y la brutalidad de los colonos tras aprobar el parlamento israelí la anexión del territorio. También desde el lunes, el ejército de ocupación ha "anunciado" la expulsión de miles de palestinos por Rafah hacia Egipto "en los próximos días", aunque El Cairo lo ha rechazado tajantemente, así como Hamás, quien recalca que no accederá a ceder el control territorial ni a otra limpieza étnica.