Aunque el recuento aún no es definitivo, Salvador Nasralla, del Partido Liberal, ha tomado la delantera en las elecciones presidenciales de Honduras con el 80% de las actas escrutadas, superando por unos veinte mil votos a Nasry Asfura, del Partido Nacional. Si esta tendencia se confirma, Nasralla se convertiría en el próximo presidente, lo que supondría un cambio significativo en el liderazgo político del país tras la presidencia de Xiomara Castro y el predominio reciente del oficialismo. Nasralla, exdirigente de la oposición y exalcalde de Tegucigalpa, representa un sector de la derecha que busca distanciarse de la corrupción y la polarización.

Las implicaciones de este resultado son profundas ya que podría marcar el retorno del Partido Liberal, históricamente rival del Partido Nacional, con el que se ha turnado el poder durante décadas. De ganar Nasralla la situación podría ser muy inestable, dado el interes del presidente estadounidense Donald Trump por que sea Asfura quien ostente la presidencia. Tal es la preocupación de Trump con el resultado electoral en Honduras, que intervino públicamente en la campaña y amenazó con "consecuencias" si los resultados no favorecían a su candidato. Además, la estrecha diferencia entre ambos candidatos conservadores y la caída de la candidata oficialista Rixi Moncada a tercer lugar evidencian una fragmentación del voto y una pérdida de apoyo al oficialismo, lo que podría abrir la puerta a una mayor polarización y confrontación política en los próximos años.

En los últimos meses, Honduras ha vivido una intensa campaña electoral marcada por la desconfianza hacia las instituciones electorales, acusaciones de manipulación y la intervención internacional. La reaparición de Juan Orlando Hernández, expresidente condenado por narcotráfico y recientemente indultado por Trump, ha añadido mayor inestabilidad; especialmente tras los reciente movimientos sobre el Caribe y Venezuela más concretamente, que amenzan con desestabilizar aún más la región.