La escalada de tensiones entre Tailandia y Camboya ha culminado este lunes en ataques aéreos tailandeses contra posiciones militares camboyanas, un movimiento que pone en jaque el frágil alto el fuego negociado hace apenas dos meses bajo la mediación de Estados Unidos y Malasia. Según el Ejército tailandés, el despliegue de cazas F-16 respondió a un presunto asalto camboyano iniciado a las 5:05 hora local en las provincias de Si Sa Ket y Ubon Ratchathani, que dejó un soldado muerto y hasta ocho heridos en sus filas. Sin embargo, Nom Pen rechaza categóricamente esta narrativa, afirmando que Bangkok abrió fuego primero a las 5:04 con tanques cerca del templo Preah Vihear, un sitio patrimonio de la UNESCO en disputa que ha sido epicentro de choques históricos.

Los bombardeos tailandeses, descritos a medios como la CNN por Bangkok como "precisos" y "limitados a depósitos de armas, centros de mando y rutas de apoyo" en el paso de Chong An Ma, han generado al menos tres heridos graves entre civiles camboyanos en la provincia de Oddar Meanchey, según funcionarios provinciales. Tailandia justifica la acción como una medida "defensiva" para suprimir artillería y morteros enemigos, pero críticos observan que el uso de aviación en una zona densamente poblada y minada representa una escalada potencialmente violatoria del derecho internacional humanitario. 

Camboya, por su parte, insiste en que no ha respondido y mantiene una postura de "vigilancia máxima", aunque reportes independientes indican intercambios de fuego que duraron unos 20 minutos, con cohetes BM-21 tailandeses rozando áreas civiles. Esta asimetría en capacidades militares ,Tailandia con un presupuesto de defensa superior y alianzas con EE.UU., agrava el desequilibrio, donde la respuesta camboyana parece contenida para evitar una guerra total.

El impacto humanitario es ya palpable: Tailandia ha ordenado la evacuación de más de 385.000 civiles en cuatro distritos fronterizos, con 35.000 ya en refugios temporales, y el cierre de 641 escuelas en cinco provincias para proteger a estudiantes y docentes. En Camboya, miles huyen de Preah Vihear y Oddar Meanchey, con imágenes de niños abandonando aulas ante explosiones cercanas que circulan en redes sociales. El exprimer ministro camboyano Hun Sen, figura influyente y padre del actual líder Hun Manet, ha calificado las acciones tailandesas como "agresión provocadora" y exhortado a sus fuerzas a no cruzar la "línea roja" de la represalia, una llamada a la moderación que subraya el temor a un conflicto prolongado.

No obstante, el cierre de escuelas y el éxodo masivo cuestionan la preparación de ambos gobiernos para mitigar daños colaterales, especialmente en una frontera de 817 kilómetros salpicada de minas antipersona de conflictos pasados, cuya desactivación parcial forma parte del acuerdo roto.