El diputado del Rassemblement National (RN) Jean-Philippe Tanguy ha sorprendido al anunciar una propuesta de ley para reabrir las "maisons closes" (prosítbulos) en el Estado francés, cerradas desde la ley Marthe Richard de 1946, pero con un "giro moderno": gestionadas "en modo cooperativo" por las propias prostitutas, "sin intermediarios ni proxenetas". En una declaración a Le Monde de ayer, Tanguy, responsable de presupuestos del RN, reveló que una versión inicial del texto ya está lista, con el respaldo explícito de Marine Le Pen. "Las prostitutas serían emperatrices en su reino", argumenta, criticando el sistema actual por "exponer a las mujeres a mayores riesgos". 

La propuesta llega en un contexto de fracaso reconocido de la ley de 2016, que penalizó a los clientes con multas de hasta 3.750 euros en caso de reincidencia, derogó el delito de acoso callejero y creó un "camino de salida" para la reinserción social, pero ha sido criticada por informes independientes como el de la Inspección General de Asuntos Sociales de 2019. Según datos del Observatorio Nacional de Violencias contra las Mujeres de abril de 2025, se registraron 1.579 víctimas de proxenetismo en 2024, de las cuales 659 eran menores. La Corte Europea de Derechos Humanos validó la ley en julio de 2024, reconociendo sus "efectos negativos" pero atribuyéndolos a factores estructurales más que a la norma misma, lo que no disuade a críticos como Tanguy de calificarla de contraproducente.

Tanguy propone un modelo inspirado en el de Nueva Zelanda o los cantones suizos, con un nombre distinto a "maison close" para evitar el "estigma histórico" de esclavitud y abusos. Críticos como Delphine Jarraud, de la organización abolicionista l'Amicale du Nid ven como "inimaginable" el hecho de reabrir espacios ya cerrados para "violar a mujeres valiéndose de sus necesidades".