Los datos más recientes sobre la distribución de la riqueza mundial arrojan un escenario de concentración de capital sin precedentes históricos recientes. Según el informe, el 10% más rico de la población global posee hoy el 75% de toda la riqueza, dejando a la mitad más pobre del planeta, unos 4.000 millones de personas, disputándose apenas el 2% de los recursos totales. Sin embargo, la fractura real no es solo entre ricos y pobres, sino en la desconexión total de la élite financiera: el 0,001% superior, un grupo de menos de 60.000 multimillonarios, controla actualmente tres veces más riqueza que la mitad de la humanidad combinada. Mientras el patrimonio de estos magnates ha crecido a un ritmo del 8% anual desde los años 90, los ingresos de las bases sociales se han estancado, evidenciando que el crecimiento económico moderno funciona como un mecanismo de extracción hacia la cúspide.

Esta acumulación tiene una correlación directa con la emergencia climática, transformando el calentamiento global en un problema intrínsecamente ligado a la propiedad del capital. El análisis de la huella de carbono revela que el 10% más rico es responsable del 77% de las emisiones globales vinculadas a la propiedad de activos financieros e industriales. Más alarmante aún es que el 1% más rico emite, a través de sus inversiones y consumo, cantidades de carbono que eclipsan a las de la mitad más pobre del mundo, la cual apenas contribuye con un 3% de las emisiones por propiedad de capital. Los datos sugieren que la crisis ecológica no es responsabilidad de la población general, sino un subproducto de las carteras de inversión de una minoría que, paradójicamente, cuenta con los recursos para aislarse de las consecuencias ambientales que genera.

La brecha se perpetúa mediante un sistema fiscal que "ha dejado de ser" progresivo en los tramos más altos, convirtiéndose en una estructura regresiva que favorece la acumulación ilimitada. Los multimillonarios disfrutan hoy de tasas impositivas efectivas significativamente menores que las de la 'clase media' y trabajadora. El informe destaca que un impuesto mínimo global de apenas el 2% sobre los multimillonarios podría recaudar entre 200.000 y 250.000 millones de dólares anuales.

Imperialismo

A nivel geopolítico, el sistema financiero internacional opera bajo una lógica que ha convertido a las economías ricas en rentistas globales. Lejos de la narrativa de la ayuda al desarrollo, los flujos financieros reales muestran que el Sur Global transfiere anualmente alrededor del 1% del PIB mundial hacia los países ricos a través del servicio de la deuda y la repatriación de beneficios. Este mecanismo de intercambio desigual obliga a las naciones en desarrollo a financiar el estilo de vida insostenible del Norte, perpetuando un ciclo de dependencia donde el capital fluye sistemáticamente de quienes menos tienen hacia quienes controlan la arquitectura financiera global.

Finalmente, el informe también analiza la desigualdad que se manifiesta en la invisibilización estructural del trabajo femenino. A pesar de que las mujeres contribuyen con la mayoría de las horas de trabajo totales cuando se contabiliza la labor doméstica y de cuidados no remunerada, apenas capturan algo más de una cuarta parte de los ingresos laborales mundiales. Al incluir el trabajo no remunerado en la ecuación, se deduce que la desproporción es tal, que las mujeres ganan solo el 32% de lo que ganan los hombres por hora trabajada (o visto de otra forma, un tercio de lo que ganan los hombres).