Extremadura cierra campaña en un clima de incertidumbre y desconfianza hacia la clase política
La última semana de campaña ha estado marcada por audios y ocultaciones de los casos de acoso sexual y encuestas que pronostican un posible sorpaso de Vox al PSOE.
A dos días de las elecciones autonómicas, Extremadura cierra una campaña tóxica donde los partidos se han enzarzado en una guerra de acusaciones mutuas por corrupción, abusos y encubrimientos, dejando en segundo plano los problemas estructurales de la población: un paro juvenil del 35%, despoblación rural y dependencia de subsidios agrarios. La convocatoria anticipada se debe a la voluntad del PP de poder gobernar sin la necesidad de los votos de Vox, deseo que ni una sola encuesta ve viable y que podría tornarse en una nueva convocatoria tras los comicios.
El PP de María Guardiola, quien no acudió al debate organizado por TVE el pasado jueves 18, lidera los sondeos con alrededor del 38-40% de intención de voto, pero su gestión se ve lastrada por casos como el audio del dirigente en Navalmoral de la Mata, Sánchez Juliá, reconociendo que “como nos pongan la etiqueta del trato machista va a haber un lío”, en referencia a las denuncias de una concejala por acoso del alcalde popular. El PSOE, hundido en un 12-14%, arrastra el peso de investigaciones por coacciones en la sede de la Junta y amaños en contratos públicos durante legislaturas anteriores. Vox, con un ascenso notable al 14-16%, superando incluso al PSOE en algunos sondeos, no escapa a la controversia con denuncias por falsificación de avales electorales. Unidas por Extremadura deja fuera a Sumar (Podemos-IU-Alianza Verde), con Irene de Miguel al frente y se mantiene en un modesto 6-7% y 4-5 escaños.
Escándalos y hartazgo generalizado
La gran incógnita es la participación, que podría caer por debajo del 55%, un récord negativo impulsado por el hartazgo generalizado. Encuestas de RTVE y otros medios indican que hasta el 45% de los electores no acudirá a las urnas, especialmente en la zonas más despobladas, donde la sensación de que “nada cambia” predomina entre jubilados, trabajadores precarios y emigrantes retornados. Jóvenes y mujeres, grupos clave, expresan mayor desmotivación ante la percepción de que los partidos priorizan sus guerras internas sobre soluciones reales a la vivienda o el empleo.
La recta final ha sido un desfile de vergüenzas: el PP extremeño ocultó durante meses la denuncia por “trato machista” en Navalmoral, priorizando la imagen partidista; el PSOE enfrenta sombras de abusos en su entorno gubernamental; y Vox lidia con irregularidades en su maquinaria electoral. Estos episodios, sumados a la cronificación de la pobreza, con un 30% de hogares en riesgo de exclusión, han convertido la campaña en un espectáculo de descrédito mutuo sin propuestas.