El triunfalismo macroeconómico que inunda los titulares choca frontalmente con la realidad de los hogares en el Estado español. El documento "Las brechas salariales de las grandes empresas"  pone de manifiesto por enésima vez que, a pesar de que el PIB del país ha crecido a un promedio anual del 4,74% desde 2020, superando con creces la media de la Unión Europea, el capital no se distribuye, se acumula. En la actualidad, el Estado español presenta una desigualdad de renta significativamente superior a la media de la comunidad europea: mientras en la UE el 10% más rico percibe 7,5 veces más que el 10% más pobre, en el Estado español esta relación se dispara hasta las 9,6 veces. 

Los datos de las 40 mayores empresas del país revelan una brecha de proporciones históricas. El promedio de la remuneración anual de la persona mejor pagada en estas corporaciones alcanzó los 4,37 millones de euros en 2024. En casos extremos como Iberdrola, el primer ejecutivo percibió 14,2 millones de euros, seguido de cerca por el Banco Santander con 13,8 millones e Inditex con 11,2 millones. Esta concentración de capital en la cúspide implica que, de media, la distancia entre el sueldo más alto y el salario promedio de la empresa es de 111 veces. En términos prácticos, un trabajador con un sueldo medio en estas compañías debería trabajar más de un siglo para igualar lo que su máximo responsable se embolsa en tan solo doce meses.

La desigualdad no solo es vertical, sino que perpetúa todas las formas de discriminación de clase, que comúnmente se manifiestan en discriminaciones raciales o de género. En 2024, la brecha salarial sin ajustar en estas grandes empresas fue del 18,2%, una cifra que refleja tanto la menor remuneración en puestos equivalentes como la ausencia de mujeres en los cargos mejor pagados. Esta realidad obliga a las mujeres a trabajar, de media, una hora y media más cada día para igualar los ingresos. Todo ello sin contar con las horas de trabajo no remunerado como los cuidados, limpieza y demás, que de contabilizarse se estima que las mujeres cobrarían cerca de un tercio que los hombres.

Asimismo, el análisis numérico desmiente la narrativa de la meritocracia para revelar una mecánica de exclusión con una simple comparativa. Mientras la mitad de los asalariados del país cobra, como mucho, una vez y media el salario mínimo (unos 24.124 € anuales), el 37,5% de las grandes empresas paga a su principal ejecutivo más de 5 millones de euros al año.