La distribución geográfica del voto es clave para entender la victoria de Donald Trump. Se lleva la mayoría de los estados sureños y rurales, consolidando victorias consistentes en estados como Texas, Alabama, y Florida, donde logra más del 55% de los votos en cada caso. Trump también asegura triunfos en estados tradicionalmente republicanos como Tennessee y Kentucky, Idaho, Wyoming y Oklahoma, todos con más del 60% de los votos. En cuanto a Kamala Harris, domina en bastiones demócratas como California, Washington, Colorado, Illinois, Nueva York, superando el 50% de los votos y logrando grandes márgenes en zonas urbanas.
En estados clave y disputados, los resultados han sido más ajustados, con Trump ligeramente adelante en lugares como Georgia y Pensilvania, ambos con márgenes inferiores al 2%. Harris le sigue de cerca en Nevada y Wisconsin, donde sus porcentajes están cerca de los obtenidos por Trump, lo que subraya que la batalla por los votos electorales ha sido reñida en las zonas históricamente más disputadas. En Arizona y Carolina del Norte, en cambio, Trump mantiene una considerable ventaja, a pesar de que la diferencia no es definitiva en esos márgenes relativamente pequeños.
Finalmente, como es habitual, los candidatos independientes han tenido un impacto marginal, logrando apenas un par de puntos porcentuales en varios estados. El escrutinio se ha completado casi en su totalidad en muchos estados, lo que define claramente la inclinación hacia Trump en el sur y el centro del país, mientras Harris mantiene el apoyo en el noreste y la costa oeste.
Comparación con 2020
En esta victoria de Trump destaca en comparación con las elecciones de 2020, cuando el resultado fue mucho más reñido en varios estados clave como Georgia y Arizona, donde Joe Biden obtuvo una ligera ventaja. Esta vez, Trump ha ampliado su margen en estos mismos estados y ha consolidado su posición en otras zonas tradicionalmente republicanas, lo que refleja un cambio en la distribución del voto. Harris, sin embargo, mantiene el apoyo en los bastiones demócratas habituales, pero con menores márgenes en algunos de ellos respecto a los que Biden logró en 2020.