Un año más la represión policial ha caído contra los comunistas organizados que conmemoraban el aniversario del asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, perpetrado por los Freikorps e instigado por el gobierno socialdemócrata de Friedrich Ebert. No faltan en estas fechas los socialdemócratas que aprovechan para depurar de todo contenido revolucionario a Luxemburgo con sus hipócritas homenajes, una Rosa pacifista, feminista, humanista, donde siempre faltará lo que Rosa realmente fue: una comunista organizada contra el capital y contra el oportunismo que ellos mismos representan. Homenajes hipócritas a una figura que sus propios bisabuelos políticos se encargaron de enviar sin vida al fondo del río Spree.
Hoy el contenido de la lucha socialista y antimilitarista de los espartaquistas cobra plena vigencia. Alemania está sumida en una espiral de recesión económica y crisis industrial. En este contexto el ya extinto gobierno de la “coalición semáforo” entre socialdemócratas, liberales y verdes fue quien protagonizó los mayores incrementos en gasto militar de todo el continente, unidos a una política exterior de fanático apoyo diplomático y militar al estado genocida de Israel, el retorno de la jerga de la austeridad y unos niveles de autoritarismo sin precedentes en las últimas décadas. Alemania vive hoy en un clima de represión y caza de brujas tras la consagración del sionismo como ideología oficial y obligatoria, que ha convertido en ley la infame equiparación de antisionismo y antisemitismo –etiqueta que comienza a extender a cualquier oposición al poder politicial del capital. ningún otro país del mundo ha reprimido el movimiento propalestino con tal virulencia. Por si fuera poco, la amenaza de un nuevo gobierno de extrema derecha encabezado por AfD empieza a vislumbrarse en el horizonte alimentado por este nefasto legado político de la socialdemocracia.
Y es que la mayoría de la izquierda alemana está sumida en un profundo sumidero de claudicación y confusión política. Tenemos por un lado a grupos “antifascistas” compartiendo el relato social-imperialista y miserable que equipara anti-semitismo con anti-sionismo o a una retahíla de variopintos grupos y personalidades que van desde Die Linke, ese trasunto de Podemos, la rojiparda Sarah Wagenknecht o el difunto teórico de la Werkritik Robert Kurz saliendo en defensa del derecho de existencia del estado de Israel, edulcorado siempre con alguna tibia denuncia de la situación del pueblo Palestina e instando a una ilusa solución diplomática al más puro estilo del pacifismo burgués, no sin criticar antes de nada la resistencia violenta de la que dependen los palestinos para existir.
Uno de los hechos que ha caracterizado a la movilización recientemente reprimida es que acertadamente situaba entre sus mensajes una denuncia de la complicidad del Estado alemán con el genocidio perpetrado contra el pueblo palestino. Resulta esperanzador que todavía exista un comunismo organizado bajo la bandera internacionalista y en contra del estado capitalista en el corazón de la Fortaleza Europa. En esta militancia parece hacerse eco el legado que Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht nos dejaron en su experiencia práctica, aquella práctica que decía en el famoso panfleto Utopías pacifistas que “estamos convencidos de que el militarismo desaparecerá del mundo únicamente con la destrucción del Estado de clase capitalista” y que “debemos denunciar que los intentos burgueses de restringir el militarismo no son sino lamentables medidas a medias y que la expresión de semejantes sentimientos de parte del gobierno es un engaño diplomático, y oponer a las expresiones y declaraciones burguesas el análisis implacable de la realidad capitalista” o aquellas declaraciones de Karl Liebknecht en el primero de mayo de 1916 que decía que “la guerra imperialista no es una guerra por la libertad, sino por la opresión y la explotación de los pueblos”.
En esta época de barbarie capitalista, donde ni los homenajes ni los muertos parecen poder descansar en paz, solo cabe solidarizarnos con el comunismo organizado en Alemania. Hoy la lucha contra el tándem del estado capitalista, la socialdemocracia, el imperialismo, el militarismo y la reacción fascistoide cobra un carácter de primer nivel.