Grandes empresas e instituciones estadounidenses suspenden programas de diversidad, equidad e inclusión

Gigantes como Amazon, Walmart, McDonald’s, Meta y organismos públicos se suben a la ola ‘antiwoke’ y reculan en sus políticas de equidad y diversidad.

Supermercado estadounidense Wallmart.
Foto: thesocialgrabber

El progresismo ya no cotiza al alza en EEUU: varias grandes firmas como Amazon, Walmart, McDonald’s, Meta, Ford y Harley-Davidson están reduciendo o eliminando sus políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI). De hecho, el conservadurismo y la extrema derecha norteamericana ha creado un juego de palabras que podría ser el lema de este fenómeno: Go woke, go broke (si te haces woke/progre, te vas a arruinar).

Esta tendencia se ha intensificado tras el regreso de Donald Trump al poder, pero venía de atrás. Trump tan solo la ha acelerado, promoviendo un enfoque institucional conservador que cuestiona la eficacia y la necesidad de estas iniciativas. El FBI, por ejemplo, cerró su Oficina de Diversidad e Inclusión en diciembre de 2024, y Amazon ha eliminado las secciones dedicadas a la “Equidad para las personas negras” y “Derechos LGBTQ+” de su página web, reubicándolas bajo un epígrafe más genérico. La cadena de supermercados Walmart han reducido sus programas de formación sobre igualdad racial, citando un “entorno legal cambiante” y declarándose “políticamente neutral”, mientras que McDonald’s también ha dado un paso atrás.

El cambio también ha sido impulsado por el entorno legal y político, con demandas que cuestionan la legalidad de las políticas DEI. En 2023, el Tribunal Supremo de EEUU, con jueces nombrados por Trump, declaró inconstitucional las admisiones universitarias basadas en critericos étnicos, estableciendo un precedente que ha abierto la puerta a sectores empresariales.

Este giro hacia una postura más conservadora muestra el carácter instrumental y revocable de estas políticas para la clase política y empresarial. Expertos del espectro progresista advierten que esta tendencia “podría socavar los avances logrados en términos de igualdad de género, raza y derechos LGBTQ+”.

Otras lecturas, más críticas, sugieren que este giro representaría una consecuencia inevitable de la integración de las demandas de los movimientos progresistas por parte del poder. Alineándose y a veces hasta mostrándose en la vanguardia de temas como la diversidad, equidad e inclusión, instituciones que previamente habían sido objeto de crítica, como grandes empresas y gobiernos, comenzaron a adoptar de forma paralela políticas que promovían estos principios y políticas impopulares, sin conseguir cambios de gran calado y a menudo utilizando las DEI como coartada para aplicar medidas de austeridad y belicistas, lo que se ha denominado como pinkwashing.

Por ello, algunos sectores hacen un balance negativo de la aplicación de las DEI, sobre todo en lo que respecta a la credibilidad y legitimidad de los movimientos que los promovían, que a menudo ha desembocado en un cuestionamiento abiertamente reaccionario de los principios mismos. Al ser absorbidas por el poder establecido, algunas luchas sociales han perdido parte de su potencial de impugnación: Según apuntan estas críticas, las posturas radicales contra la discriminación y la exclusión institucional se han visto neutralizadas en gran parte de los países occidentales, ya que las mismas estructuras, que antes eran criticadas por su incapacidad de traer cambios sistémicos en las desigualdades sociales, adoptan esas demandas y a sus demandantes en el poder. Este fenómeno habría debilitado la capacidad de impugnación de los movimientos progresistas, los ha desmovilizado y ha reducido tanto su credibilidad, relevancia y base de apoyo.